La percepción del poder y la autoridad es una parte fundamental de las interacciones humanas. Esto significa que no percibimos lo mismo al ver una persona de estatura mayor a la media de un contexto dado, ni al escuchar voces que resuenan de mejor forma.
Hay distintos factores que influyen en esta construcción de percepciones, que de eso se trata en términos de imagen personal asociados al poder, al estatus, a su sabiduría y a su presencia. En este artículo analizaremos específicamente la estatura y la voz.
A su vez, hay percepciones positivas, negativas y neutrales.
Una impresión positiva despierta una interpretación favorable de alguien, considerando cualidades como atractivo, competente, bello y confiable, lo que facilita la influencia y persuasión.
En el opuesto, una impresión negativa es una percepción desfavorable de alguien, considerando cualidades como poco confiable, oscuro o incompetente, lo que dificulta la interacción positiva.
Aunque pocas veces sea considerada, existe también una impresión neutra, relacionada con la indiferencia. Es el caso cuando alguien no despierta una evaluación clara, donde la persona no destaca ni por cualidades positivas ni negativas, resultando en una interacción que no puede ser definida en ninguna de las polaridades. Lejos de ser negativa, la neutralidad permite acercarse a la objetividad. Será el tiempo y el vínculo el que podrán moldear las percepciones.
Para clarificar estos aspectos, hay algunos estudios acerca de las impresiones positivas que revelan información interesante. Las personas que generan impresiones positivas (por ejemplo, aparentan ser atractivas, inteligentes y creíbles) tienden a tener mayor influencia, persuaden con más efectividad y, en general, ocupan una posición ventajosa para transmitir sus mensajes y llegar a su público, según los análisis de los especialistas sociales Parekh y Kanekar en 1994, y el análisis de Fiske, Lin, y Neuberg, de 1999.
Esta ventaja es independientemente de la veracidad de la impresión generada; es decir, lo relevante no es ser una persona realmente atractiva, inteligente o creíble, sino parecerlo a los ojos del receptor.
Un detalle importante: tanto las impresiones precisas que reflejan la realidad como las impresiones equivocadas que no lo hacen tienen el mismo impacto, ya que, una vez formadas, se convierten en reales para quien las percibe. Por ejemplo, una persona puede estar completamente errada al creer que otra es inteligente y sincera, pero para ella, la realidad es lo que percibe y actúa en consecuencia.
Dime cuánto mides y te diré que nivel de poder proyectas
En términos generales, hay algunas detecciones instantáneas de tan solo siete segundos a partir de la imagen corporal. Cuando vemos a una persona en vivo por primera vez, inmediatamente sacamos algunas conclusiones automáticas, que generalmente están basadas en las experiencias de vida, la asociación inconsciente con alguien parecido, incluso las emociones que nos genera. Todo esto sin haber intercambiado ni una palabra.
Numerosas investigaciones han indicado que la estatura puede jugar un papel significativo en la percepción de poder. Algunas investigaciones han encontrado que las personas más altas tienden a ser percibidas como más competentes y hasta autoritarias. En un estudio realizado por Judge y Cable en 2004, se descubrió que la estatura está positivamente correlacionada con el éxito profesional y el ingreso económico. En términos generales, esto significa que una persona alta, en el contexto adecuado, con los códigos de vestimenta apropiados, y la actitud acertada, puede ser leída inconscientemente como exitosa y solvente.
La razón detrás de esta percepción podría ser evolutiva. En contextos ancestrales, una mayor estatura generalmente se asociaba con más fuerza y capacidad para liderar. Así como alguien muy anciano, en aquellos tiempos, era sinónimo de sabiduría e inspiraba respeto y hasta veneración.
La voz y la percepción de poder
La combinación de la estatura con lo que habitualmente llamamos "una buena voz", juegan un papel crucial al formarse percepciones.
Las voces más graves y profundas, tanto en hombres como mujeres, suelen ser percibidas como más poderosas. Este aspecto es muy tenido en cuenta en la política, donde la persuasión y la convicción se definen por la imagen que se proyecte. En 2012, los especialistas en análisis social Klosftad, Anderson y Peters difundieron sus conclusiones donde encontraron que las voces más graves en los candidatos políticos tienden a ser preferidas por los votantes, asociándolas con competencia y liderazgo. En cambio, las voces más agudas suelen ser observadas como más débiles y poco consistentes.
El otro factor decisivo es la tonalidad y la claridad al hablar: si una voz, aunque sea aguda, articula bien, tiene una adecuada expresividad de convicción, puede seducir al público tanto como una voz grave.
Al mismo tiempo, el tipo de voz tiene influencia en la asociación con características físicas: voces graves suelen ser relacionadas con cuerpos más grandes y robustos, lo cual puede ser percibido como una señal de dominancia y autoridad. Hay que recordar que todo lo que estamos revisando debe ser analizado en el contexto apropiado para que adquiera un significado más claro.
Cómo influyen la estatura y la voz en el ámbito profesional
Entender estas percepciones puede ser útil para el desarrollo personal y profesional. La sugerencia es analizar también los códigos de vestimenta, los accesorios entendidos como símbolos de poder, y la ubicación de acuerdo a los contextos de interacción.
Una de las técnicas más frecuentes para mejorar, es tomar consultorías con profesionales. Por ejemplo, conozco líderes que han trabajado en modular su tono de voz para proyectar más autoridad, y, aunque la estatura no se puede cambiar, ser consciente de su impacto los ayudó en sus estrategias de comunicación y presencia de impacto.
¿Significa esto que las personas de baja estatura y voces más agudas no proyectan poder y autoridad? Para nada: cualquier persona, si trabaja a consciencia los distintos aspectos que generan percepciones en los demás, dependiendo de su talento y capacidades, pueden lograrlo en los más variados campos de desempeño.
De esto último sobran los ejemplos: Napoleón Bonaparte medía 1,68 metros; Mahatma Gandhi, 1,64; Danny DeVito, 1,47; Lady Gaga, 1,55; Tom Cruise, 1,7 y la Madre Teresa, 1,52 de altura. Muchos de ellos no tenían grandes voces, aunque su obra y convicciones han traspasado las fronteras.
Por eso, la estatura y la voz son factores importantes en la percepción del poder y la autoridad, aunque no totalmente determinantes para sacar conclusiones contundentes. Lo que sí podemos hacer es comprender cómo influyen estos elementos en las interacciones si te interesa mejorar tu presencia y efectividad en los vínculos y tu comunicación.
Daniel Colombo
Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 32 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach profesional certificado por ICF en su máximo nivel, Coach certificado, Miembro y Mentor en Maxwell Leadership, el equipo de John Maxwell.
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