Dirige el estudio Kimelman Moraes Arquitectos y es un referente en la arquitectura montevideana.
Es la cabeza detrás de proyectos de la talla de World Trade Center, uno de los principales centros de negocios del país. Desde sus inicios como arquitecto en 1977, Ernesto Kimelman eligió trabajar en forma independiente y así siguió. Ese camino le dejó varios aprendizajes.
Su primer gran trabajo fue junto a su socio de entonces, el arquitecto David Flom, con quien abrió su primer estudio.
Era un desafío atrás del otro. La obra había estado 20 años detenida. No teníamos cálculo de estructura, tuvimos que convocar calculistas que estuvieran dispuestos a estudiar y calcular sobre antecedentes y una construcción preexistente sobre la cual no tenían casi información. También, transcurridos 20 años, el mercado había cambiado y había que adaptar el proyecto a las necesidades del mercado inmobiliario de ese momento, recordó Kimelman.
A pesar de todo, la obra se pudo concluir. Fue una experiencia muy rica. Aprendimos desde la gestión, investigación y de arquitectura en sí. Estuvimos muy apañados, pero tuvimos de igual modo que enfrentar una cantidad de desafíos muy importantes que nos permitieron profesionalmente crecer muchísimo, agregó el ahora presidente de Piso 40.
El empresario afirma que para su profesión es fundamental ser un buen director de orquesta y saber consultar y contratar a los asesores adecuados para que los proyectos sean completos y exitosos.
¿Volvería a transitar su camino profesional como lo hizo o cambiaría algo?
Si hoy me recibiera, seguramente trabajaría tres o cuatro años en un estudio de arquitectura y luego haría un posgrado en el exterior. Después, seguramente montaría mi propio estudio para hacer algo parecido a lo que en definitiva hice.
De todos modos, su experiencia le mostró que hay que estar atento a lo que va sucediendo para aprovechar las oportunidades, porque el tren a veces pasa una sola vez.
El empresario agregó otra máxima: Los valores hay que cumplirlos a rajatabla a lo largo de toda la vida. Eso construye un prestigio. Ahí no puede haber fallas.
Asegura que es fundamental cuidar la calidad, el detalle, los cumplimientos y ser tenaz: Quien lo haga tiene muchas posibilidades de que le vaya bien.
*Este artículo fue publicado en Forbes Uruguay del mes de Agosto