Aprendizajes de Alex Malachowski en su primer trabajo que hoy lo ayudan a liderar 100 colaboradores en Nuevocentro
Joaquín Symonds
Joaquín Symonds
Para Alex Malachowski hay una ley que no está escrita: cultivar los vínculos es clave para liderar. Ese aprendizaje, que lo acompaña hasta hoy como gerente general de Nuevocentro Shopping, comenzó a temprana edad, cuando en 1999 daba sus primeros pasos en el mundo corporativo.
La multinacional de productos de consumo masivo Kimberly-Clark lo contrató ese año para trabajar como asistente del Departamento de Marketing. Con 20 años de edad, debía articular con proveedores, clientes y con sus superiores.
Allí comenzó a valorar la importancia de que los líderes sean empáticos y cercanos, sin dejar de lado los objetivos marcados. “Fue un gran aprendizaje en cuanto a lo corporativo”, dice.
Ese primer trabajo, en el que se desempeñó cuando todavía era estudiante (es licenciado en Marketing y en Administración de Empresas), le permitió contrastar el aprendizaje académico con la práctica y, “por sobre todo, empezar a entender los distintos relacionamientos entre las personas y sus roles dentro de una organización”.
“Siento que el ejemplo es siempre un vehículo definitorio en las relaciones humanas. En esa primera experiencia empecé a marcar mi perfil, a encontrar mi camino propio, a definir qué sí quería desarrollar”, destaca Malachowski.
Poco tiempo después pudo poner las habilidades adquiridas en práctica. En 2002, con 26 años, asumió un nuevo desafío profesional en el estudio Ferrere, donde se desempeñó durante 10 años y articuló posiciones en un talentoso directorio con integrantes “muy diferentes entre sí”.
El ejecutivo logró encontrar los puntos de contacto para cumplir en armonía los objetivos que la firma se había propuesto. “Con los aprendizajes interpersonales se crece muchísimo. A veces porque abundan en una empresa y a veces porque faltan, pero es importante estar atento para adquirir ese conocimiento”, señala.
Como líder a cargo de más de 100 colaboradores, aún hoy cultiva los vínculos. Cada viernes se invita a almorzar mano a mano a un integrante diferente de su equipo.
Su objetivo es que sientan la confianza de la “llegada directa”, para preguntar, aportar y contar lo que deseen. En esos encuentros, ambas partes aprenden mucho más que en una conversación de pasillo.
*Este artículo fue publicado en Forbes Uruguay de Octubre