Andrés Ojeda se define como lo "nuevo" en el menú de opciones de cara a las elecciones presidenciales de octubre. En diálogo con Forbes Uruguay, el candidato colorado afirmó que no busca representar a la política tradicional y aseguró que el mayor desafío para el próximo gobierno es la seguridad. Además, aseguró que el país tiene una deuda con el sector empresarial y, en el plano internacional, dijo ser partidario de los Tratados de Libre Comercio (TLC).
- Si tuviera que definir quién es Andrés Ojeda, ¿qué diría?
-Soy abogado, me dedico especialmente a temas de derecho penal, me dedico a la política hace más de 20 años, doy clases de derecho penal desde hace muchos años, tengo una familia muy chica y no mucho más.
-¿Qué lo diferencia de otros candidatos además de la edad?
-Soy el más distinto en todos los sentidos, creo que el componente generacional trae otras diferencias de mirada. Esto ya no es un enfrentamiento entre izquierda y derecha, es lo nuevo contra lo viejo. Empiezo a ver que todos los demás son muy iguales entre sí, todos vienen de cargos de gobierno, aparte esos cargos han sido parte central del apalancamiento de sus candidaturas. No vengo de un cargo, sino del trabajo profesional, por ejemplo, desde la defensa del sindicato policial o del comentario del derecho penal en la televisión. Creo que ellos son parte de una vieja política que, de repente, si no somos aburridos, no somos serios y si nos interesan temas distintos, somos frívolos. Si hablo de medio ambiente, bienestar animal y salud mental soy frívolo. Nosotros claramente somos los nuevos. Con esto no ofendo a nadie, digo que los otros candidatos tienen una mirada muy tradicional de la política.
-¿Por qué dice que la discusión ya no pasa por izquierda y derecha?
-Creo que no, diría que es así en toda la región. Está ganando lo nuevo, no importa si es de izquierda o derecha. (Gabriel) Boric, (Nayib) Bukele, Santi Peña, Lacalle Pou, (Javier) Milei, son todos muy diferentes; pero lo que tienen en común es que les han ganado a los viejos.
-¿No importa la ideología entonces?
No digo que no importa, yo digo que, al menos en mi caso, la sustituyó el pragmatismo. A mí no me preocupa mucho si las ideas son de izquierda o de derecha me preocupa mucho más si sirven o no.
-¿Se identifica con alguna idea de izquierda?
-Yo creo que hay buenas ideas en todos lados. Cosas de gestión como la creación del Mides o el Plan Ceibal. La realidad es más fuerte que mis opiniones, esas cosas se mantuvieron. Este gobierno ha tenido un talante pragmático que va en ese sentido, la libertad responsable que gobernó en la pandemia tiene mucho de todo, para mi es un concepto muy batllista.
-¿Qué concepto del batllismo reivindica?
-Creo que el batllismo es el Uruguay mismo, es nuestra identidad. Al punto tal, que el presidente actual que no viene de cuna batllista, en sus últimos discursos -sobre todo en uno en Buenos Aires- dice que libertad sí, pero que no hay libertad sin igualdad de oportunidades, que no hay libertad si no se le hace pie a los más de abajo a través de la educación pública, la salud pública y la vivienda. Si será fuerte el batllismo que dentro de la coalición se lo hemos impregnado a Lacalle Pou.
-Militó con Julio María Sanguinetti, Pedro Bordaberry y Ernesto Talvi. ¿Con cuál se siente más identificado?
-Por suerte, de todos me llevo algo positivo. He tenido aprendizajes importantes y con todos he tenido una buena relación.
-¿Alguno lo defraudó?
-No me sentí defraudado por ninguno, a todos les agradezco.
-Hubo rispideces en la campaña entre los precandidatos colorados, algunos cuestionaban incluso su condición de colorado. ¿Después de las internas se siente el nuevo líder del Partido Colorado?
-Creo que los liderazgos se construyen y que los compañeros han respetado el resultado. Más allá de que me sienta o no, lo que validará el liderazgo es la actitud de los compañeros y seguramente la visión de la gente, no lo que yo diga. Lo que sí todos los compañeros están bien parados detrás de este concepto de la interna de la coalición.
-¿Qué espera después de la campaña? ¿Deja la abogacía para dedicarse de lleno a la política?
-No me veo dejando 100% la abogacía nunca, después veremos qué puedo hacer y qué no. Pero no me veo dejando una profesión que es un poco mi vida, así que veremos, capaz que son las clases de derecho penal. No me veo completamente divorciado de mi actividad de derecho penal.
-Si no llega a la presidencia, ¿se ve más en el Senado o en un cargo ejecutivo?
-No me gusta ser contrafáctico. Antes de hacernos perder, déjenos competir. Yo me sentiría muy cómodo en el piso 11 de Torre Ejecutiva, si ese no se concreta, ahí tomaré decisiones, antes no.
-Se le endilga seguir demasiado al Partido Nacional, por ejemplo, cuando dijo que su principal referente era Lacalle Pou. ¿En qué se diferencia de un blanco?
-Esto de tener que dar examen de diferenciación es buenísima. Nos diferencia la historia misma, nosotros tenemos un ADN batllista, somos eso, pero también creo que los tiempos que corren hoy permiten hablar de una identidad coalicionista. Me siento nativo, la identidad coalicionista está por encima de los partidos; más allá de eso las identidades partidarias son fuertes.
-¿Con Lacalle lo une una relación de amistad?
-No sé si amistad es la palabra, pero es un tipo al que le tengo buena confianza, con buen diálogo y ha tenido la generosidad de estar siempre al lado del teléfono, de llamar él muchas veces y de por lo menos un ida y vuelta que me ha servido mucho.
-¿Antes de presentarse como candidato lo habló con él?
-Sí
-¿Qué le dijo?
-Bueno esa charla va a quedar en la reserva del caso
-¿Le dio el aval?
-No necesitaba el aval de él, tampoco el de Sanguinetti, ni de nadie. Pero sí me interesaba su visión, porque es el único que tuvo que enfrentar una interna de un partido tradicional difícil, contra las estructuras, con algo más de 40 años. Me sirvió tener un ida y vuelta con alguien que había pasado algo similar. Él forma parte de esta nueva generación de políticos, como Milei, más horizontal, que atiende su WhatsApp.
-¿Qué opina de Milei?
- Forma parte de esa nueva generación de políticos, con todo lo bueno y lo malo, pero creo que para Argentina no había otra opción. Creo que hay que darle una chance, peor que lo anterior no puede ser.
-¿Qué balance hace de este gobierno que es cuestionado por el Frente Amplio?
-En términos globales, es un muy buen gobierno, con todas las adversidades que enfrentó. Creo que hay áreas claves a mejorar, la seguridad, la inserción internacional. En seguridad si me piden una nota, digo: salva, pero puede y debe rendir más.
-La coalición decía que solucionaba la seguridad y el FA dice que no lo logró
-Al lado de la gestión del Frente Amplio, la coalición es el Bayern Múnich. Del FA veníamos prendidos fuego en todos los números. Bajó todo, incluso los homicidios, pero más que nada las rapiñas. Los homicidios volvieron a subir y bajar, pero más allá de los números, Uruguay no puede acostumbrarse a ver un homicidio donde aparece un cuerpo descuartizado con 10 impactos de bala. El desafío del próximo gobierno está vinculado a la seguridad, a los homicidios vinculados al narcotráfico y a la violencia, que tenemos que trabajar con el tema de la salud mental.
-Si llega a ser presidente, ¿cuál sería su primera medida de gobierno?
-Sería algo consensuado con los socios, me gustaría mucho que fuera a nivel de la salud mental.
- ¿Hay que mantener las actuales políticas sociales?
Siempre creo que no menos. Uno podrá reformular, pero no hay mejores políticas de seguridad a largo plazo que las políticas sociales.
-¿Hay que continuar con las transferencias monetarias?
-A la gente hay que darle una mano, no se la puede dejar tirada. De eso estoy bien convencido.
-¿Hay que corregir algo de la conducción económica?
-Creo que es de los puntos más altos del gobierno, de lo mejor del gobierno. No lo digo yo, lo dicen los resultados, salario real, grado inversor. Acá el desafío de la economía es el equilibrio, no dejar a la gente tirada y tener cuentas saneadas. Para tener una agenda de crecimiento tenemos que mirar hacia afuera.
¿En el plano internacional, es partidario de más Tratados de Libre Comercio?
-Por supuesto que sí, para Uruguay siempre es negocio, porque es un país chiquito. Muchas veces me pregunto qué sería de nosotros si hubiéramos firmado el TLC con Estados Unidos. Nos hubiera cambiado la vida. Hay que negociar, pero no podemos estar atados únicamente al resultado de una negociación enorme de un TLC con China y Europa, que no sabemos si va a funcionar.
-¿Se puede comprometer a no aumentar impuestos?
-No me gusta hacer eso, creo que es una discusión un poco demagógica. Lo que digo es que nuestra voluntad es no aumentar impuestos y que nos vamos a comprometer a que eso no ocurra, pero creo que entrar en esa dialéctica es perverso.
-Viene del sector privado, ¿piensa que debe haber más incentivos para empresarios?
-Sí, creo que el Uruguay tiene una deuda con el sector empresarial. El que puja en Uruguay es un héroe, no solo es caro, sino que es trabajoso. Hace poco, Ceres (Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social) presentó un informe sobre oficinas trancadoras de trámites en el Estado y ni siquiera hablamos de plata. El Estado tiene que ser un socio de los empresarios. El Estado tiene que evaluar sus regulaciones, cuáles deja y cuáles cambia.
-¿Qué hay que cambiar?
-Uruguay tiene muchas regulaciones, por ejemplo, en comercio exterior, podíamos facilitar la salida de productos, facilitar el emprendedurismo, que sea menos engorroso.
-¿Es partidario de más o menos funcionarios públicos?
-Depende, los que haga falta. Yo no odio a los funcionarios públicos y quiero decirlo con claridad, porque parece que hubiera una tirria contra los funcionarios públicos de que hay que echar a tanta gente. Y me parece que a veces es muy liviano decir saquemos a tanta gente. Lo que sí creo es que el Estado tiene que ser más eficiente.
-¿Es más difícil para la coalición llegar al gobierno con Yamandú Orsi como candidato del FA que con Carolina Cosse?
-A mí no me consta, falta toda la campaña. De hecho, Orsi casi no habla y Carolina Cosse pasó al voto de silencio, no la volví a escuchar desde el día del brindis de los mates. Así que hay una decisión del Frente Amplio de silenciar a Yamandú Orsi y silenciar absolutamente a Carolina Cosse. El Frente Amplio vuelve a la teoría de la heladera. Vamos a tener una campaña muy complicada para contrastar modelos porque el candidato no habla y la candidata a vice hizo un voto de silencio, cual monje, va a ser muy complicado tener un debate. Es la anti-campaña, la estrategia es esconder al candidato.