A la misma hora en que Carlos Alcaraz y Alexander Zverev batallaban sobre la arcilla naranja de París, Roger Federer daba un discurso en la Universidad de Dartmouth, orgullosa parte de la Ivy League y fundada en 1769, siete años antes de la independencia de los Estados Unidos de América.
El suizo dejó un mensaje que sirve para el tenis, los negocios y la vida: El talento es muy importante, pero la mayor parte del tiempo no se trata de tener un don, sino de tener agallas.
Alcaraz tiene un don, qué duda cabe. Con su título de Roland Garros el domingo 9 de junio de 2024, el español se convirtió en el jugador más joven de la era profesional del tenis en ganar tres torneos de Grand Slam en tres superficies diferentes. Y tiene tiempo hasta enero de 2028 para conquistar el Abierto de Australia y ser el más joven en haber ganado en los cuatro grandes escenarios del tenis.
Una noche de este lluvioso, fresco y escasamente primaveral Roland Garros, el sueco Mats Wilander, exnúmero uno del mundo y tres veces ganador del torneo, le dijo a Alcaraz que el partido que le ganó al italiano Jannik Sinner en los cuartos de final del US Open 2022 fue el mejor que vio en toda su vida.
¿Exageración de Wilander? El tenis permite debatir hasta el infinito. Lo cierto es que esta vez en París, Alcaraz no jugó ningún partido comparable con ese nivel. Ese don, el talento, estaba, pero necesitó sobre todo de esas agallas a las que se refiere Federer para salir adelante, porque de lo contrario no hubiera ganado ni las semifinales, ni la final.
Tras los grandes triunfos, el español suele celebrar destacando que lo logró con corazón, cerebro y, por decirlo de alguna manera, "pelotas". En este Roland Garros mostró mucho de esto último. Cuando vea el partido, si es que alguna vez lo hace, Federer podrá tomar nota.
Aunque no todo pasa por las agallas, en el caso de Alcaraz hay otro factor. El viernes por la noche, tras la victoria sobre Sinner en semifinales, un integrante de su equipo le hizo notar a Alcaraz que no había sonreído hasta el quinto set. El jugador argumentó que la presión y dificultades del partido se lo impidieron, pero la respuesta lo dejó ya sin alternativas: "Si la sonrisa no llega, hay que buscarla. La sonrisa te instala en un círculo virtuoso".
Es así: en el caso de Alcaraz, impensable en la mayoría de los jugadores, la sonrisa potencia sus dones deportivos. Lo hace llegar más lejos.
Y él y su equipo saben que puede llegar lejos, mucho más lejos. El domingo por la noche admitió que ganar 24 títulos de Grand Slam, como Novak Djokovic, es algo "fuera de este mundo", al igual que conquistar 14 Roland Garros, como Rafael Nadal. Pero dejó la impresión de que ve más factible los 24 que los 14. Y para eso hay que seguir sumando, como ya dejó en claro su entrenador, Juan Carlos Ferrero, en declaraciones al sitio CLAY.
"Es que es una broma. ¿Ya estamos pidiendo otro?", respondió un sonriente Ferrero cuando se le preguntó si ganar el Abierto de Australia en enero de 2025 para tener los cuatro grandes era el objetivo. Ferrero, el último español en ganar Roland Garros antes del monopolio de Nadal entre 2005 y 2022.
Pero sí, ahora hay que conquistar Australia, admitió.
"Bueno, bueno, nosotros también se lo pediremos. Yo creo que hay que seguir mejorando. Obviamente, los Grand Slams son un objetivo. Creo que donde va Carlos ya se le tilda de favorito. Hay que conseguir esa soltura para que el favoritismo no pese y jugar su tenis, que es maravilloso".