Una empresa emergente desarrolla una innovadora tecnología para pronosticar el clima espacial utilizando datos públicos y planea el lanzamiento de una constelación de 24 satélites de monitoreo meteorológico para 2028. Su misión es ambiciosa: proteger billones de dólares en infraestructura terrestre y garantizar la seguridad de astronautas y turistas espaciales a medida que exploramos más allá de nuestro planeta.
"El clima espacial puede ser altamente destructivo", dijo Alex Pospekhov, director ejecutivo de Mission Space, durante una entrevista en el podcast TechFirst. "Imaginate que estás viajando por el espacio y que el sol emite una explosión invisible de radiación, energía y partículas cargadas que puede ser absolutamente destructiva. Esto es lo que llamamos clima espacial. Y cuando sucede algo así, afecta a los activos en el espacio, en la Tierra y, por supuesto, pone en peligro la vida de los astronautas y los turistas espaciales", comentó.
Aunque los turistas espaciales representan una pequeña fracción de los afectados, este segmento crece rápidamente. Hasta ahora, viajaron al espacio 69 personas: 46 por encima de la línea de Kármán, a 100 kilómetros, y otras 23 por encima, al menos, del umbral de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, a 80 kilómetros. Con SpaceX y Blue Origin en pleno apogeo y otros competidores en ciernes, esa cifra no hará más que aumentar: hasta 13.000 en 2028, según una estimación bastante optimista.
Pero en la actualidad, el clima espacial afecta a mucha más gente en la Tierra que en el espacio. Las tormentas geomagnéticas generadas por eyecciones de masa coronal del sol pueden dañar transformadores y provocar cortes de energía generalizados. Los aviones pueden sufrir problemas y los equipos guiados por GPS pueden funcionar mal. Además, las operaciones satelitales, que sustentan cada vez más nuestras industrias de información, entretenimiento y comunicaciones, pueden verse interrumpidas o incluso suspendidas.
El Evento de Carrington de septiembre de 1859, un ejemplo clásico, destruyó los sistemas telegráficos en toda Europa y América del Norte, creó auroras que se vieron tan al sur como el Caribe y Hawái e iluminó el cielo nocturno tan brillantemente que, según se dice, la gente pensó que era el amanecer. Si hoy tuviéramos un acontecimiento similar, causaría mucho más daño a nuestras economías, que dependen mucho más de la electricidad.
Incluso los fenómenos meteorológicos espaciales mucho más pequeños tienen importantes implicaciones económicas, afirma Pospekhov, especialmente porque los modelos de predicción existentes no son localizados, aunque las tormentas geomagnéticas sí lo son.
"Es un problema enorme porque en mayo una de las centrales eléctricas de la isla norte de Nueva Zelanda desconectó la red eléctrica porque se disparó una alarma sobre fenómenos meteorológicos espaciales. Pasaron cuatro días sin capacidad total", explicó. En realidad, la tormenta no nos alcanzó (o al menos no a Nueva Zelanda) y resultó que el cierre parcial era innecesario.
Mission Space propone una constelación de 24 satélites para monitorear y predecir el clima espacial de manera localizada, reduciendo interrupciones innecesarias, afirma Pospekhov. La precisión actual de las previsiones es de apenas un 7,5%, añade, lo que las hace inservibles para las operaciones cotidianas.
"Cuanto más precisa sea la previsión, más tiempo de antelación se dispone para planificar", sostuvo. Además, agregó: "Podés desconectar, utilizar los sistemas de reserva, apagar distintos canales de radio o estaciones terrestres y, así, tener cierto nivel de control sobre los acontecimientos que van a ocurrir".
Los 24 satélites que está construyendo Mission Space se desplegarán en múltiples capas a diferentes altitudes para ver la diferencia de datos entre las capas. Al menos algunos de ellos estarán en órbitas polares, no ecuatoriales, para captar datos en los polos, donde el campo magnético terrestre canaliza partículas cargadas provenientes del viento solar en curso, así como eventos más energéticos causados por eyecciones de masa coronal o erupciones solares.
Curiosamente, los satélites no estarán reforzados contra la radiación, sino que Mission Space planea fabricarlos lo más baratos posible, de modo que puedan sustituirse rápidamente si alguno se desgasta o resulta dañado por las condiciones meteorológicas que pretenden controlar. Esto contrasta con el planteamiento de la Agencia Espacial Europea (ESA), que recientemente entregó 340 millones de euros a Airbus Defence and Space UK para desarrollar el satélite Vigil para la predicción meteorológica espacial.
"Vigil será el primer satélite meteorológico espacial europeo operativo las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y proporcionará tiempo valioso para proteger infraestructuras críticas como redes eléctricas o redes de comunicaciones móviles en la Tierra, así como a los satélites que se encuentran en la órbita terrestre, incluida la Estación Espacial Internacional (ISS)", afirmó Josef Aschbacher, Director General de la ESA, en un comunicado en ese momento. También añadió: "Vigil mejorará drásticamente tanto el tiempo de anticipación de las alertas meteorológicas espaciales como su nivel de detalle desde su posición privilegiada en el espacio profundo".
A Pospekhov no le impresiona ese enfoque: una tormenta u otro evento espacial podría destruir ese satélite, dice, mientras que él puede construir un nuevo satélite Mission Space en solo un mes y lanzarlo de manera económica al espacio a través del próximo autobús de SpaceX al cielo. "Utilizamos un enfoque totalmente diferente. Hagámoslo lo más barato posible", remarcó.
Los potenciales clientes de las notificaciones sobre el clima espacial incluyen empresas aeroespaciales, operadores de satélites, redes eléctricas, aerolíneas, empresas de turismo espacial, estaciones espaciales y agricultores que dependen de equipos guiados por GPS.
*Con información de Forbes US.