Al final de las fiestas, muchos de nosotros nos enfrentamos a la desaceleración tras las festividades, experimentando resistencia a reanudar las actividades normales tras un periodo de relajación y celebración.
Otra razón por la que nos cuesta liberarnos de la inercia navideña es la yuxtaposición de la reflexión sobre los logros del año pasado y la expectativa de nuevos desafíos. Esto crea una niebla mental que dificulta la productividad.
Es crucial reconocer que, en medio de la bruma postvacacional, aguardan oportunidades de crecimiento y éxito. La clave está en centrarse en los aspectos positivos y adoptar estrategias para sacudirnos la inercia que nos frena. Acá tiene tres estrategias que le ayudarán a abrirse camino a través de las arenas movedizas post-vacacionales.
1. Poné en práctica la "regla de los dos minutos"
Este concepto es sencillo pero poderoso: si una tarea requiere menos de dos minutos, hacela inmediatamente. Terminar rápidamente las tareas que requieren dos minutos o menos ahorra tiempo. Abordar estas pequeñas tareas con prontitud no sólo crea una sensación de logro, sino que también te impulsa hacia adelante.
La regla de los dos minutos también se aplica al inicio de cualquier meta o hábito, ya que la mayoría de los objetivos pueden iniciarse en dos minutos. Aunque no todas las tareas pueden completarse en 120 segundos, iniciar el camino hacia nuevos objetivos es el primer paso crucial para alcanzarlos.
Por ejemplo, si querés crear un hábito de lectura, empezá por leer la primera página de un libro nuevo siguiendo la regla de los dos minutos. Antes de que te des cuenta, te vasa estar leyendo rápidamente los tres primeros capítulos.
Este enfoque no sólo ayuda a despejar el trabajo atrasado inmediato, sino que también actúa como catalizador para recuperar el impulso. Dividir las grandes tareas en pedacitos más pequeños y manejables evita que se conviertan en abrumadoras, haciendo más fácil la transición de vuelta a una rutina regular.
2. Utilizar ciclos de 90 minutos
Al igual que los ciclos circadianos, los seres humanos también funcionan en ciclos conocidos como "ritmos ultradianos". El cuerpo humano sigue estos ritmos ultradianos, y las investigaciones indican picos de energía y periodos de agotamiento dentro de cada ciclo. La duración óptima de concentración ininterrumpida para el cerebro se limita a una ventana de entre 90 y 120 minutos. A continuación, una pausa de 20-30 minutos es esencial para renovarse y garantizar un alto rendimiento en la tarea siguiente.
En apoyo de este concepto, un estudio publicado en el Journal of Applied Psychology resalta que realizar microdescansos, como estirarse, rellenar una botella de agua o acurrucarse con la mascota, tiene efectos positivos en el rendimiento laboral. El estudio también muestra que los empleados que integran microdescansos en su rutina demuestran un mayor compromiso laboral, una mejora de la calidad del trabajo y una actitud general más positiva hacia su trabajo.
Para aprovechar este ritmo natural, establecé periodos de trabajo concentrados y sin interrupciones para tus tareas más importantes. Programá un temporizador para 90 minutos y dedicate a una tarea específica durante ese tiempo. Después de cada ciclo, tomate un breve descanso para reponer fuerzas. Este enfoque ayuda a encontrar un equilibrio entre la productividad y la relajación, facilitando gradualmente la vuelta a una rutina de trabajo más eficiente.
3. Realizá las tareas importantes cuando estés más alerta
La investigación sugiere que los rasgos de personalidad influyen significativamente en los niveles de productividad individual, lo que confirma que la productividad no puede seguir un enfoque único para todos.
Un estudio publicado en The Economic Journal revela que los individuos con mayor neuroticismo tienden a rendir menos, mientras que los más concienzudos muestran un mejor rendimiento, posiblemente debido a la menor capacidad de concentración de los individuos neuróticos. Además, a las personas con rasgos impulsivos les resulta más desafío resistirse a distracciones como consultar las redes sociales. Intentar aplicar normas estrictas de productividad puede resultar inútil en estos casos.
Reconocer la necesidad de matices y personalización en la búsqueda de la productividad puede ayudar a los individuos a mejorar estratégicamente la eficiencia mediante la comprensión de tus tiempos y condiciones óptimas de trabajo.
Quienes tienen predilección por las mañanas pueden dar prioridad a las tareas importantes a primera hora del día, mientras que los noctámbulos pueden alcanzar su máxima productividad durante las horas vespertinas. Este reconocimiento de las distintas preferencias laborales favorece la elaboración de una estrategia de productividad personalizada y sostenible.
Conclusión
Cuando se persigue la máxima productividad, hay que reconocer que no todos los días van a ser impecablemente eficientes. Evitá ser demasiado crítico en los momentos menos productivos y, en su lugar, cambiá tu enfoque y aplicá estas estrategias. Una vez que identifiques el enfoque más eficaz, te va a sorprender el aumento de la productividad tanto en el trabajo como en otros aspectos de la vida.
*Con información de Forbes US