Nuevas evidencias de ADN desafían la teoría de la extinción del mamut lanudo
Contributor Group Trefis Team Colaboradores
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La subida del nivel del mar hace unos 10.000 años transformó la isla de Wrangel en un último refugio para los mamuts lanudos, aislándolos de sus congéneres del continente. A medida que el clima mundial seguía calentándose y los hábitats cambiaban, la isla de Wrangel se convirtió en uno de los últimos entornos viables donde estos mamuts podían sobrevivir, preparando el escenario para su capítulo final.
Una teoría predominante sobre la extinción de poblaciones aisladas como la de los mamuts lanudos de la isla de Wrangel suele apuntar a la endogamia. La endogamia puede reducir la variabilidad genética de una población y aumentar la propagación de mutaciones genéticas perjudiciales, lo que provoca una disminución de las tasas de supervivencia y reproducción. Un ejemplo sorprendente es el del tigre de Tasmania, o tilacino, que sufrió una reducción de la diversidad genética debido a una grave endogamia antes de su extinción en el siglo XX.
Sin embargo, esta teoría popular de que la endogamia conduce a la extinción puede no ser válida para los mamuts lanudos de la isla de Wrangel, según un artículo publicado en junio de 2024 en Cell.
El estudio analizó 21 genomas de mamuts lanudos siberianos y reveló que, aunque la población de mamuts sí experimentó un importante cuello de botella -un acontecimiento que reduce enormemente el tamaño y la diversidad genética de una población-, se recuperó bien. En el caso de los mamuts lanudos de la isla de Wrangel, el acontecimiento del cuello de botella se produjo cuando el aumento del nivel del mar y los cambios climáticos hicieron que su número disminuyera considerablemente al quedar aislados en la isla.
Esta drástica reducción del tamaño de la población limitó su diversidad genética y podría haberlos hecho más susceptibles al estrés y a los cambios medioambientales.
El estudio descubrió que, si bien la población de mamuts de la isla de Wrangel comenzó con tan sólo ocho individuos, creció hasta alcanzar entre 200 y 300 y se mantuvo estable hasta su extinción. Con el tiempo, las peores mutaciones genéticas se hicieron menos comunes porque los mamuts con estos rasgos dañinos tenían menos probabilidades de reproducirse.
Esto sugiere que, contrariamente a lo esperado, la endogamia no condujo a la acumulación de mutaciones perjudiciales que podrían haber causado su extinción. En su lugar, la población aislada de mamuts fue capaz de purgar estas mutaciones perjudiciales a lo largo de generaciones, desafiando la opinión tradicional de que la degradación genética fue el factor clave de su desaparición.
Los nuevos datos genéticos de los mamuts lanudos sugieren que la endogamia fue sólo una pequeña parte de una tormenta mayor que se estaba gestando. Aunque los mamuts se enfrentaban a retos genéticos debido a su aislamiento, las verdaderas amenazas para su supervivencia procedían probablemente de una combinación de cambios medioambientales conocidos y desconocidos y, muy posiblemente, de la interferencia humana.
Los últimos mamuts lanudos se extinguieron hace 4.000 años. En esa época, la civilización humana avanzaba tecnológicamente y se expandía geográficamente. Los primeros humanos habían llegado a varias partes remotas del mundo, incluidas las zonas cercanas a la isla de Wrangel.
Este periodo marcó cambios significativos en las prácticas de caza humana y en el uso de la tierra, que podrían haber impactado en los ecosistemas locales de forma profunda. Aunque las pruebas directas de que los humanos cazaron los últimos mamuts de la isla de Wrangel siguen siendo esquivas, las coincidencias temporales sugieren que la actividad humana podría haber desempeñado un papel en el estrés de las poblaciones de mamuts, ya fuera a través de la caza directa o alterando sus hábitats.
Esta hipótesis se alinea con patrones más amplios observados en otras extinciones de especies, en las que la expansión humana y el impacto medioambiental han sido a menudo factores críticos. Un escenario similar ocurrió con el tigre de Tasmania, que se enfrentó a una caza implacable, a la pérdida de su hábitat debido a la expansión agrícola y a enfermedades introducidas por especies invasoras. La combinación de estos factores provocó su problema de endogamia y su posterior extinción.
El pájaro dodo es otro ejemplo de extinción impulsada por la actividad humana. Originario de Mauricio, el dodo no estaba acostumbrado a los depredadores, lo que le hizo vulnerable cuando llegaron los humanos. La introducción de especies invasoras, la destrucción del hábitat y la caza directa por parte de los marineros llevaron al dodo a la extinción a finales del siglo XVII.
En ambos casos, como en el de los mamuts lanudos, no fue un solo factor sino una combinación de impactos humanos y cambios medioambientales lo que condujo a su desaparición. Sólo el tiempo revelará los detalles de cómo los últimos mamuts lanudos que vagaron por la Tierra encontraron su fin, pero hallazgos como éste nos ponen las cosas en perspectiva. Nos recuerdan que la mayoría de las especies son resistentes, construidas para soportar diversos retos. A menudo hacen falta una serie de acontecimientos desafortunados para que una especie se extinga realmente.