Hace ya varios años que las empresas de todas las industrias se apoyan en la digitalización. No solo para mejorar sus sistemas productivos sino también para comprender cómo es el comportamiento de los clientes y cuáles son sus necesidades. En un mundo que cambia cada vez más rápido, las conductas de los usuarios se modifican constantemente y las compañías deben ser ágiles para adaptarse a los nuevos desafíos.
Las universidades no quedan excluidas de ese proceso. Como formadoras de los profesionales que se insertarán en el sistema productivo, también deben dar respuestas a demandas que ya no son las mismas que hace 10 o 20 años. La educación basó su valor durante mucho tiempo en ser estática, no cambiar y ser predecible. Nosotros creemos que hay que romper ese estatismo, explica María Belén Mendé, rectora de la Universidad Siglo 21 a Forbes Argentina.
La institución realizó el 5° Congreso Internacional Innova Educa 21 en su campus de Córdoba y Mendé recibió a Forbes para reflexionar sobre el contexto actual de la educación en la Argentina.
-En esta edición del Congreso se pone el foco en la experiencia de los alumnos. ¿Cómo trabajan ustedes sobre ese proceso?
-Planificamos seccionalmente, que es nuestro proyecto institucional, y lo presentamos antes las autoridades. Luego hacemos ajustes anuales mirando los desafíos que la coyuntura nos presenta. En ese sentido somos muy ágiles y creo que una característica de esta Universidad es que le da relevancia a la data, a la evidencia, y mira mucho lo que está sucediendo durante el proceso de aprendizaje. Además, tiene capacidad de reacción para realizar modificaciones tempranas.
-Hoy en día la data parece ser la gran aliada de las empresas. ¿Para las universidades es igual?
-Nosotros investigamos mucho. Hacemos data science, que nos permite mirar fenómenos y proyecciones. Ese es nuestro modo de hacer Universidad. También estamos muy atentos a las tendencias en el mundo y generamos conocimientos a través de nuestros equipos de investigadores y docentes. Tenemos un Observatorio de Tendencias Sociales que nos va mostrando algunos comportamientos y un Observatorio de Futuro donde hacemos proyectiva basada en evidencia.
-¿Qué rol cumple la tecnología?
-Durante los últimos años nuestro foco fue menos edificios y más tecnología. Los edificios suficientes que nos permitan ejercer nuestra función educadora pero la verdad es que hay un deseo y posibilidad de los alumnos, que se acrecentó mucho con la pandemia, de poder estar en su casa y estudiar. Eso requiere tener una sofisticación de sistemas informáticos. Lamentablemente, la pandemia dejó el sistema de que una herramienta virtual como Zoom es educación virtual. Pero no lo es. Eso es una intermediación mediocre. La educación virtual tiene miles de detalles como plataformas, docentes preparados, inversiones y acompañamiento 24x7.
Personalizar la educación
Uno de los conceptos que surgió durante el Congreso organizado por la Universidad Siglo 21 fue la necesidad de personalizar cada vez más la formación académica. Sin embargo, para una institución con más de 80 mil alumnos en todo el país, ese proceso representa un gran desafío.
Tenemos 320 centros en toda la Argentina. Por lo tanto, tenemos alumnos con características muy diversas. Es importante entender quién es tu alumno, cómo se comporta, qué necesita y en qué entorno se desarrolla. Entonces, sin dudas que la información es vital para nosotros, señala Mendé.
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-¿Es distinto el alumno del norte del país al del centro o al del sur?
-Al alumno lo podemos definir por muchas cosas. Obviamente, la geografía y su origen lo determinan pero también la generación. Nosotros tenemos alumnos de 17 años y de 80 años. Cuando decimos que colaboramos en la democratización de la educación superior hablamos de una universidad inclusiva. En este campus estudian alumnos ABC1 que llegan con su auto o con el auto del papá y lo estacionan y están todo el día. Y también otros que con mucho esfuerzo, algunos de ellos becados, logran poner el foco en la educación para ascender socialmente y tener un mejor trabajo. La diversidad es tan grande que también para ser asertivos necesitas esa información. En ese sentido, la personalización es importante.
-¿Cómo trabajan esa personalización?
-Tomamos un test de ingreso con el que podemos estudiar las probabilidades de abandono, cómo tenemos que fortalecer ciertas estrategias, si el alumno es más visual o auditivo a la hora de aprender, etc. Desde ahí arranca nuestro compromiso y acompañamiento.
-¿Y cómo se trabaja desde el lado del docente? Porque a veces hay resistencia a cambiar ciertos procesos educativos…
-Vivimos ese proceso en el 2008 cuando iniciamos las modalidades virtuales. El docente tenía poca información y mucho miedo por experiencias de los '70 y '80 que fueron un fracaso en la educación a distancia en el mundo. O sea que no era un miedo tonto sino real. En nuestra experiencia hubo dos elementos clave que aún persisten. El primero es el liderazgo. Si vos a tu cuerpo docente le mostras hacia donde vas, lo sumas en el proyecto y se sienten actores principales de lo que estamos haciendo, las barreras bajan. El segundo es la responsabilidad. Yo no le puedo decir a alguien que cruce una montaña y no darle equipo para hacerlo. Esa responsabilidad es de la institución.
-¿Qué tipo de herramientas se aplican para acompañar al docente en ese proceso?
-Nosotros hacemos observaciones de las aulas presenciales y virtuales. Tenemos formaciones especializadas para cada docente también. Por ejemplo, un docente que le gustaría trabajar una formación específica y no la conoce. Otro que necesita trabajar sus capacidades comunicacionales. Bueno, ahí también aparece la personalización y nuestro modelo educativo está basado en competencias con cinco didácticas: aprendizaje basado en problemas, aprendizaje basado en métodos, método de caso, aprendizaje colaborativo y aula invertida. El docente tiene que definir en cuál va a ser experto y nosotros lo acompañamos en que se transforme en un experto.
Incorporar a las empresas
Del Congreso organizado por la Universidad Siglo 21 también participaron empresas nacionales e internacionales. La inclusión de compañías es un proceso habitual de la institución que también se nutre de la información que aportan estas organizaciones.
Nuestra metodología incluye traer dos veces al año a expertos de distintos sectores. Por ejemplo, traemos a todos los expertos de diseño textil y les preguntamos qué necesitan de un diseñador de indumentaria, indica Mendé. Y agrega: Tomamos nota de todo eso, se vuelca la información en el equipo académico, se llega a un punto intermedio y se hacen modificaciones curriculares. Es un proceso que ha demostrado ser un éxito.
-Un aspecto que se nota al hablar con empleadores es que cada vez dan más relevancia a las 'soft skills'. ¿Ustedes lo notan también?
-Las 'soft skills' son tendencia. Es parte de esta movida que ocurre desde el 2018 con las profesiones del futuro. ¿Qué son las profesiones del futuro? En realidad cada vez tenemos menos idea de cuáles son los problemas que se nos van a presentar y tenemos que resolver. Necesitamos tener una formación común que nos prepare para ser dúctiles. Te doy un ejemplo. Hoy un abogado si no sabe de negociación es muy difícil que sobreviva exitosamente. Y eso es 'soft skills'. Si un diseñador industrial no piensa permanentemente en innovación abierta, su camino queda muy corto. Y eso se hace teniendo mucha capacidad de escucha, de interpretación e innovando.
-¿Se trabajan estas habilidades?
-Los saberes técnicos se pueden aprender pero lo otro, si no lo cultivaste, es muy difícil. El mundo está reclamando esas 'soft skills' pero el tema es desde cuándo los empezas a desarrollar. Nosotros lo hacemos muy fuertemente y tenemos cinco materias sello donde tienen una presencia marcada. Pero me parece que hay que trabajarlo en todo el sistema educativo, desde el jardín de infantes.
-¿Cómo ves a los alumnos que vienen del secundario?
-Creo que hay una degradación de la educación en todos los niveles en la Argentina. Durante muchos años un nivel le reclamaba al anterior por la formación del alumno. Particularmente, yo hace tiempo creo en la superación de ese paradigma. Los alumnos son diversos por la misma amplitud que tiene nuestra población. Lo que se nota es una degradación de los conocimientos básicos: la lecto escritura, la matemática y la lógica. Y eso es un problema del sistema global. Ahora, a ese alumno no lo podes castigar durante dos años hasta que entienda cuál es el estándar de la universidad. Lo tenés que acompañar apalancándote en las competencias que sí trae. Porque si no pareciera que siempre hay una deuda del alumno actual y traen otras competencias.
-También hay un fuerte discurso de abandonar el país porque no hay oportunidades. Como Universidad, ¿qué rol toman en ese contexto?
-Creo que lo que está sucediendo con nuestros jóvenes es una catástrofe silenciosa. Evidentemente tenemos una responsabilidad las generaciones que lideramos porque ese es un éxodo tras un sueño que no hemos podido dárselo acá. En nuestra visión, nosotros hemos fortalecido mucho nuestra estrategia internacional. Ya sea llevando a los alumnos afuera o trayendo experiencias del mundo para que ellos no se vayan. Nos gusta mucho pensar que siempre del otro lado del río el pasto es más verde. Pero no siempre es así. Hoy los jóvenes lo que buscan es una oportunidad, una estabilidad y poder caminar por la calle y sentir que no los van a matar a la vuelta de la esquina. Y me parece que eso sí tiene sentido de urgencia. Ojalá tengamos la capacidad los argentinos y quienes nos lideran de cambiar este rumbo rápidamente.