El impacto de la tecnología en las organizaciones y en el mercado del trabajo es muy evidente. Esto llevó a Juan Manuel Petrissans a convertirse, de a poco, en “un intruso” en el universo educativo: intentar reducir la significativa brecha entre el talento que genera la educación y el que demandan las organizaciones fue la génesis del proyecto que creó y se convirtió en MoscaLab.
“Así empezó este monstruo que no para de crecer y que tiene a (la papelería y juguetería) Mosca como socio estratégico”, dijo el cofundador y CEO de The Electric Academy (THEA) durante la primera edición local de Forbes Game Changers Summit. Mediante talleres de robótica y programación, el objetivo es impactar positivamente en los trayectos educativos, para que más niños elijan orientaciones científicas y tecnológicas.
“Cuando uno acelera el proceso de innovación, el orden es todo”, afirmó Petrissans, quien resaltó la importancia de fusionar la estructura de startups que ya traía, con la de una compañía de 135 años con estándares de calidad.
El impacto en el largo plazo es un desafío para medir los resultados. “El concepto principal es el equilibrio” y “entender que la materia prima es el talento y el futuro de niños, con resultados de impacto social que se ven en seis o siete años”, resaltó.
En contrapeso, enfatizó la relevancia de encontrar un modelo económico sano. “Si tenés un proyecto que genera un impacto social increíble, pero no es sostenible, sos un parásito. Entonces, es bien importante que exista ese equilibrio”, destacó Petrissans.