Contra toda lógica y pronóstico, un trabajador IT junior -que recién sale al mercado- hoy tiene graves problemas para conseguir empleo. Un informe publicado el año pasado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), concluyó que hubo más de 1 millón de puestos vacantes en tecnología en América Latina en 2020, y se espera que para 2025 haya más de 10 millones de vacantes abiertas en la región.
Sin embargo, muchas empresas prefieren mantener abiertas sus búsquedas por meses o sobrecargar a sus plantillas antes que contratar a un junior. En tareas donde el 80% de las skills se adquieren en la práctica, las empresas no quieren gastar tiempo y dinero convirtiéndose en campus de entrenamiento para novatos.
Después de 16 años trabajando en IT y una década como docente de programación, Diego Caplan se topaba con ese problema cada vez que una nueva camada de sus alumnos salía al mercado.
Por pedido de los propios estudiantes, Caplan creó varios proyectos para que sus alumnos practicaran en equipos y armaran un portfolio más original.
“Éramos 30, nos manejábamos por mail, y de repente lo puse en LinkedIn y se sumaron 1000 personas. Entonces me senté y la automaticé. Desarrollé yo la plataforma, la programé en un día, el 1° de enero de 2022”, contó Caplan en una entrevista con Forbes.
Fue el nacimiento de ID for Ideas, una suerte de práctica guiada para que los novatos en diferentes roles IT salgan al mercado con experiencia real y entrenados para trabajar en equipos autogestionados.
“No es un bootcamp, o en todo caso un bootcamp de experiencia, no técnico. Te damos materiales, consejos, una guía de cómo trabajar en el mundo real”, explicó.
Se diferencia de un bootcamp tradicional en la carga horaria (son intensivos, mientras ID for Ideas puede resolverse en 2 o 3 horas por semana) pero sobre todo en que se enfocan en habilidades blandas: herramientas de trabajo en equipo, remoto y colaborativo.
“Lo que se ve en el mercado es una simulación de software factory. Te arman un equipo y ponen desarrolladores a trabajar guiados por seniors 8 horas por día. Son aceleradores técnicos, pero solo aprendés a programar mejor, habilidades duras. Nosotros nos enfocamos en lo opuesto”, explicó.
Para “convertirte en un semisenior aunque técnicamente seas un junior” ID for Ideas promueve que aprendas a dar feedback, a opinar, que conozcas otros roles y otras herramientas del equipo.
El target promedio es gente que hizo capacitación corta pero intensiva y está saliendo a buscar trabajo. También hay muchos reconvertidos que ya tienen 10 años de experiencia en otra cosa.
“El perfil es gente que todavía no se siente preparada, aunque técnicamente lo esté, que dice 'no puedo, no estoy listo todavía para buscar trabajo'”, acotó el founder.
“Nuestros proyectos son técnicamente simples, y vos ganás confianza, para que después en una entrevista laboral puedas destacar desde otro lado y logres mayor empleabilidad”, señaló.
Hoy, ID for Ideas ofrece 7 roles (devops, frontend, backend, tester, diseño UX, proyect manager y data-science) con equipos multidisciplinarios que pueden elegir entre 5 proyectos de desarrollo web y uno de data analitics.
Hace poco, la plataforma que era gratuita sumó dos opciones de pago: así mientras el plan Free permite unirte a algún equipo y participar de la comunidad en Discord, la versión Pro te da una práctica guiada: Te dice qué hacer y cómo en cada etapa del proyecto, con compañamiento y feedback de los administradores.
Finalmente el plan Full suma mentorías, centradas en conseguir trabajo, mejorar su perfil, contactar reclutadores, y lograr mayor visibilidad en búsquedas laborales.
Sobre su método, Caplan aseguró que prioriza “equivocarte para aprender, y apoyarte en tus compañeros” y le encantaría que permeara a la formación superior, pero también a la educación secundaria.
“El método es mirá, hacé y después vemos si lo hiciste bien y por qué”.
También aseguró que “uno de los errores más grandes de los bootcamps es darte toda la teoría y un proyecto recién al final. Porque en toda la teoría no sabés de qué te hablan”.
Finalmente, reconoció algunas diferencias entre el perfil de sus estudiantes, según sus nacionalidades. “Los colombianos y venezolanos son muy comprometidos con el proyecto. El argentino quiere terminar rápido y conseguir trabajo ya, también por una necesidad económica, mientras el español por ejemplo tiene más claro que primero necesita experiencia, y no está tan apurado por la economía”.