En medio de la estepa neuquina, donde el viento sopla de forma constante y la escasez de lluvia es uno de los condicionantes de la vida, el olivo llegó para quedarse. Tal como revela Nadia Arias, una investigadora del CONICET en un trabajo que realizó para el Instituto de Biociencias de la Patagonia, no es casual que esta zona haya comenzado a potenciar esta planta de valor histórico y nutritivo.
La experta indica que la gran capacidad de adaptación de este árbol en ambientes con escasez de agua y su resistencia a las bajas temperaturas, potencian a la zona patagónica como el sitio ideal para su desarrollo.
Lejos de los tradicionales lugares en que se produce desde hace años el aceite de oliva, como son Mendoza, Córdoba e incluso en otras provincias de Cuyo, el hecho de que se elijan estas tierras para que el olivo se desarrolle, no es un mero capricho. Todo lo contrario.
“A medida que se lo cultiva en zonas más frías, la acumulación de ácido oleico y fenoles en la planta, aumenta. Estos compuestos orgánicos hacen que todos los aceites de oliva cultivados en las zonas más australes del país sean de excelente calidad”, concluye Arias.
El aceite de oliva extra virgen, además de ser uno de los condimentos ideales para aliños y también para cocinar, se elabora a partir del primer prensado de la aceituna, por medios mecánicos o físicos, y en frío. Además de contar con una gran cantidad de antioxidantes, debido a su alta proporción de vitamina E, muestra un color amarillo verdoso que se debe a su contenido en clorofila y carotenos, protectores naturales contra los procesos oxidativos y el envejecimiento.
De esta manera, ya algunas empresas de esta zona de la Patagonia Norte, vienen trabajando con la producción de aceite de oliva, algo impensado tiempo atrás y hoy ya se posicionan como verdaderos referentes de la industria olivícola.
Viñedos y olivos
Uno de los precursores en materia de aceite de oliva en esta región de la Patagonia norte es la Bodega Familia Schroeder. Referente indiscutido en materia de vinos neuquinos y ganador de premios con su particular portfolio, decidieron destinar parte de sus hectáreas para el olivo y la producción de aceite. Al respecto, Herman Schroeder, Ingeniero Agrónomo de la bodega, conversó con Forbes y contó acerca de este emprendimiento.
-¿Cómo decidieron iniciarse en la producción de aceite de oliva y cómo influyeron las características del clima y suelo para optar por este cultivo?
-Decidimos plantar olivares en la bodega porque nos parece un producto de increíbles propiedades que se da muy bien en la zona, además de que es un buen complemento de la bodega y del restaurante. El olivo es una planta que tiene grandes capacidades de adaptarse a condiciones climáticas con escasa cantidad de agua y gran amplitud térmica, inviernos muy fríos y veranos calurosos.
Utilizamos la pendiente natural de la barda para plantar nuestros olivos, de esta forma la corriente de aire frío circula y no se estanca en la plantación. Esto nos ayudó mucho en su momento cuando las plantas eran más débiles y hay que cuidar las brindillas (Ndr: órgano de escaso desarrollo, que termina en yema de flor), en plena producción.
Pese a las limitantes productivas como podrían ser el frío y el viento característico de la zona, podemos obtener un producto de alta calidad en la extracción y de elevado rendimiento graso. Las plantaciones de olivos requieren de una cierta cantidad de horas de frío, la mayor cantidad de horas de luz posible, que lo obtenemos por la latitud y la ubicación en Patagonia, y un suelo con buen drenaje, por eso nos resulta tan favorable la plantación sobre una leve pendiente para que el agua circule y no se estanque fácilmente.
Probablemente no obtengamos los rindes que pueden tener otras zonas productivas de climas más cálidos, como en el este y norte del país, pero no hay duda que las condiciones en Patagonia nos da la oportunidad de posicionar un producto de excelente calidad y mayor valor.
-¿Cuántas hectáreas con olivos hay en la bodega, qué variedades tienen y cuántas plantas integran esa producción?
-Hoy contamos con 1 hectárea de olivo plantada con un marco de plantación de 4 metros por 2 metros (distancia entre hileras y plantas. Sumado a lo que plantamos en los caminos internos tenemos alrededor de 2.000 plantas, y contamos con 3 variedades: Arbequina Catalana, Koroneiki y Arbosana.
-¿Cómo es el proceso de recolección? ¿Dónde producen el aceite?
-El aceite se denomina virgen extra por las condiciones en las que se da el proceso de elaboración. El aceite se obtiene de un primer prensado de las aceitunas de manera mecánica, sin utilizar solventes. Además de que se mantienen temperaturas bajas en su elaboración y la cosecha de las aceitunas se realiza en su momento óptimo de maduración y bajos niveles de acidez.
La cosecha la realizamos de forma manual a finales de abril y principios de mayo.
-¿Cómo se comercializa?
-Actualmente lo comercializamos a través del shop ubicado en la bodega y en la tienda online de Familia Schroeder.
Una propuesta desde otro sector
La región de la Patagonia Norte tiene varios protagonistas en materia de producción. Cercanas a la zona de Vaca Muerta, son muchas las empresas dedicadas al rubro perforaciones.
Una de estas empresas decidió optar por una alternativa. Es el caso de Praderas Neuquinas, un emprendimiento de olivo y producción de aceite que nace del impulso de una familia empresaria de la provincia del Neuquén.
Mariana Mauad es quien lidera esta iniciativa. Su familia viene de empresas dedicadas a la voladura de roca en obras de gasoductos, al tiempo que sumaban sus servicios de perforación horizontal dirigida y zanjadoras de cadena.
Tal como detalla Mariana en charla con Forbes, el olivar con que cuentan está implantado sobre la ladera de una pendiente, de una barda en el filo superior, del valle del río Neuquén, un lugar con clima de desierto, con tardes de viento y mañana calmas. Están a solo 15 minutos de Neuquén capital y a 1.000 metros de la ruta provincial 7
La zona cuenta con temperaturas que, en invierno, llegan a los 10 grados bajo cero y, en verano, alcanzan los 45 grados centígrados. “Sin dudas es ese clima impetuoso, quien le da al aceite de oliva SUD virgen extra un carácter único con notas sumamente particulares”, resumió.
Lo llamativo de esta producción es la presencia de cemento indio, una roca de origen sedimentario que, sin dudas, también hace su aporte al sabor. Este olivar cuenta con 6 varietales: Arbequina, Arbosana, Coratina, Koronoeiki, Picual y Hojiblanca.
Según relata la empresaria, la almazara se encuentra dentro del campo rodeada de los olivos. “Esto garantiza que la calidad del producto sea súper premium, ya que el tiempo desde que se cosecha hasta que se procesa , es inferior a 12 horas, asegurando la menor oxidación, la cual permite tener una acidez inferior a 0,2, dato que muestra químicamente la excelencia del producto”, dice Mariana.
Praderas Neuquinas ofrece dos marcas: una, para el mercado local y la otra para los productos de exportación fuera de la provincia del Neuquén. Ambas respetan los más altos estándares de calidad. Sus nombres son Praderas Neuquinas y Sud virgen extra. Se venden sobre todo en la provincia de Neuquén, la Comarca Andina y en determinados puntos de venta de CABA.