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El detrás del gigante mercado negro de las terminales Starlink en Irán

Cyrus Farivar

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En un país donde el acceso a internet está estrictamente controlado, el mercado clandestino de estos dispositivos crece impulsado por activistas y usuarios que buscan libertad digital.

30 Diciembre de 2024 12.19

En noviembre, Mohammad, un consultor de construcción de 38 años, esperaba en un callejón cerca de su departamento en una ciudad del sur de Irán. Estaba por encontrarse con el representante de un vendedor que encontró en Telegram. Llevaba US$ 700 en efectivo, listo para comprar una pieza de tecnología ilegal que el régimen de Teherán considera una amenaza: un terminal de Starlink, que le daría acceso libre y sin censura a internet.

Starlink, un servicio de internet satelital desarrollado por SpaceX, está prohibido en Irán, un país conocido por tener una de las restricciones de internet más severas del mundo. Las tiendas de aplicaciones de Apple y Google, junto con apps como Instagram y Slack, están bloqueadas por censores gubernamentales, que suelen arrestar a quienes publican contenido considerado "antiislámico" o crítico hacia la República Islámica.

Pero el uso de Starlink creció en los últimos dos años, desde que Elon Musk, fundador de SpaceX, activó el servicio en Irán. Esta decisión motivó a los contrabandistas a introducir terminales en el país. Ni las amenazas de multas ni las penas de cárcel frenaron un mercado negro impulsado por un movimiento activista que busca llevar internet a las manos de la gente. Hoy, se estima que unas 20.000 personas tienen acceso a internet de alta velocidad, casi imposible de censurar o apagar por parte del gobierno.

Starlink Mini
Starlink está prohibido en Irán, un país conocido por tener una de las restricciones de internet más severas del mundo.

A pesar del impacto que podría tener, esta cifra es solo una fracción de los 89 millones de habitantes del país. Además, los altos precios de reventa hacen que los terminales sean inaccesibles para la mayoría. Mientras que en Estados Unidos un terminal cuesta US$ 250, en Irán se revende entre US$ 700 y US$ 2.000. Esto representa un costo enorme en un país donde el salario mensual promedio ronda los US$ 250.

El servicio también requiere un abono mensual de US$ 70 y un pago único de US$ 200 por activar el terminal en un país diferente al de su compra. Debido a las sanciones estadounidenses, estos pagos implican procesos complejos que incluyen criptomonedas y tarjetas de crédito prepagadas.

Para quienes pueden pagar y están dispuestos a asumir el riesgo, las razones para adquirir un terminal de Starlink van desde lo cotidiano hasta lo político. Los usuarios entrevistados por Forbes mencionaron la importancia de tener un internet sin restricciones: velocidades más rápidas para videollamadas y videojuegos, acceso irrestricto a redes sociales y la posibilidad de expresarse libremente, además de una herramienta clave para organizarse contra el gobierno.

"Una adopción masiva de Starlink en Irán podría ser la revolución tecnológica que necesitamos para luchar contra la opresión digital del régimen", dijo Ahmad Ahmadian, Director Ejecutivo de Holistic Resilience, un grupo activista basado en Los Ángeles. Comparó el impacto potencial de Starlink con el de Radio Free Europe durante la Guerra Fría, que ayudó a romper la propaganda soviética. Para Mohammad, Starlink es una solución para su trabajo: su actividad requiere interactuar con clientes extranjeros en Canadá, pero las conexiones notoriamente lentas de su país dificultan incluso subir documentos a Dropbox.

Mohammad compró su terminal a través de NasNet, un canal en Telegram que promueve el uso de Starlink. Después de contactar a un vendedor, la entrega fue sencilla. "Le mandé la ubicación al repartidor y lo recibí como si fuera una pizza", le dijo a Forbes. Además de conectar a compradores, el vendedor publica videos en YouTube con guías detalladas para configurar los terminales y resolver problemas técnicos. 

Starlink
Ni las amenazas de multas ni las penas de cárcel frenaron un mercado negro impulsado por un movimiento activista que busca llevar internet a las manos de la gente.

Estos videos son creados principalmente por una mujer iraní que vive en Europa y que mantiene su identidad en secreto. En ellos, aparece con el rostro oculto para proteger su privacidad. "La idea de tener internet ilimitado parece increíble para muchos iraníes", comentó la creadora de los videos. "Es como si una persona sedienta en medio del desierto encontrara un pozo. Al principio no lo pueden creer, y después beben todo lo que pueden", agregó. 

Starlink llegó a Irán en 2022, durante las protestas masivas por la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años que murió bajo custodia policial tras ser detenida por no cubrir adecuadamente su cabello y extremidades. Para reprimir las protestas, el gobierno iraní cortó el acceso a internet, una táctica que usa regularmente para sofocar levantamientos.

Las manifestaciones llevaron al Departamento del Tesoro y al Departamento de Estado de Estados Unidos a flexibilizar las sanciones para servicios de comunicación, y tres días después, Musk activó Starlink en Irán. Aunque el gobierno intentó ubicar y desactivar los terminales, su diseño compacto, que permite transportarlos en una mochila, dificulta esta tarea.

Mohammad sabe los peligros que implica su conexión a internet. Los terminales de Starlink deben instalarse al aire libre con una vista despejada del cielo, pero él lo colocó dentro de su departamento, junto a la puerta del balcón y cubierto con una cortina negra. "Todavía no puedo confiar en mis vecinos", explicó.

Esto reduce la velocidad de conexión, que calcula que está al 50% de su capacidad, pero asegura que sigue siendo "mucho mejor que mi internet anterior". El caso de Mohammad y otros usuarios de Starlink en Irán refleja no solo el deseo de conectividad en un entorno represivo, sino también el potencial de la tecnología para desafiar regímenes autoritarios y transformar vidas.

*Con información de Forbes US.

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