Cómo dominar el nuevo arte de la "Micro Talk" en el trabajo
Mark Travers Psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder.
Mark Travers Psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder.
Las conversaciones triviales son el pan de cada día de la interacción social. Sin ellas, no haríamos amigos, no confiaríamos en los recién conocidos, no entablaríamos conversaciones más profundas ni nos desenvolveríamos en ambientes sociales desconocidos con gracia y confianza.
Sin embargo, en nuestro estilo de vida cada vez más ajetreado, las conversaciones interminables sobre nada en particular pueden parecer a veces un lujo. A medida que cambia el ritmo de la vida moderna, estos diálogos extensos se sustituyen a menudo por lo que podríamos llamar "microcharlas".
Es la inclinación de cabeza al cruzarse con un colega, el rápido "hola" a un vecino, la reacción emoji de corazón a la historia de Instagram de un amigo, el "gracias" al mozo de la cafetería o el "bien" en respuesta a una pregunta casual sobre tu día.
Navegar por este lenguaje conciso de la etiqueta social moderna es esencial. El camino a seguir es dominar el microhabla y avanzar poco a poco hacia conversaciones más profundas. A continuación presentamos dos ideas sobre el microcharla que pueden ayudarte a conseguirlo.
Las señales no verbales, que van desde las expresiones faciales hasta el lenguaje corporal, pueden transmitir mensajes que a veces eclipsan las palabras habladas. Un estudio de 2017 destacó la importancia de estas señales no verbales en un entorno educativo.
El estudio descubrió que cuando los profesores aprovechan eficazmente el poder de la comunicación no verbal, mejora significativamente el estado de ánimo de los alumnos. Si un destinatario se encuentra atrapado entre mensajes verbales y no verbales contradictorios, tiende naturalmente a confiar en estos últimos. Esto se debe a que las señales no verbales suelen desenmascarar las verdaderas intenciones y emociones del comunicador.
Estableciendo paralelismos entre las aulas y las interacciones en el mundo real, al igual que se anima a los profesores a perfeccionar sus habilidades comunicativas para influir positivamente en los alumnos, las personas de diversos entornos pueden beneficiarse del dominio de las señales no verbales.
Un simple acto como apilar ordenadamente las tazas y platos usados en la cafetería, acompañado de un gesto de agradecimiento al camarero, puede transmitir gratitud, quizá más que verbalizarla en un rápido "gracias".
Del mismo modo, en un mercado concurrido, establecer un breve contacto visual y sonreír cuando alguien te deja pasar puede transmitir una sensación de respeto mutuo, creando un vínculo momentáneo en el ajetreo de la vida. En el subte o el colectivo, ofrecer tu asiento a alguien que lo necesite y acompañar el gesto con una cálida sonrisa puede marcar la diferencia.
Son momentos fugaces, pero su impacto puede ser profundo. Estas afirmaciones no verbales pueden alegrarle el día a alguien, estableciendo una conexión que a veces las palabras no logran captar. Al dominar el arte de las señales no verbales, estamos creando ondas de positividad en el mundo que nos rodea.
Muchos de nosotros tenemos la duda inicial de entablar una conversación con una cara conocida. A menudo no estamos seguros de la trayectoria de dicha conversación. Un estudio de 2022 publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology, que saca a la luz este fenómeno, descubrió que la gente suele subestimar el placer de las conversaciones más largas con conocidos.
Los participantes preveían que el placer disminuiría en las conversaciones prolongadas, pero en realidad experimentaban un placer constante o incluso creciente. Resulta interesante pensar que la base de estas conversaciones prolongadas inesperadamente placenteras podría empezar con pequeñas interacciones repetidas: la microconversación.
Entonces, ¿cómo es que la microconversación facilita las conversaciones y conexiones más profundas?
Considerá lo siguiente: un breve "hola" intercambiado con un vecino en el pasillo de su complejo de apartamentos puede parecer insignificante al principio. Sin embargo, cuando este saludo se repite intencionadamente durante días, semanas o meses, se establece un patrón de reconocimiento y familiaridad.
Ahora imaginate que te encontras con ese mismo vecino en una cafetería o en un parque. ¿Estarías más dispuesto a entablar conversación con alguien con quien intercambiaste saludos habitualmente o con un completo desconocido al que nunca saludaste?
Es probable que la primera situación resulte más atractiva porque ya existe una familiaridad establecida. La base establecida por esos saludos diarios puede evolucionar sin esfuerzo hacia una conversación más atractiva, enriqueciendo el vínculo y proporcionando momentos genuinos de conexión para ambos. Son las microinteracciones acumuladas las que preparan el terreno para conversaciones más largas, espontáneas y agradables.
Como observa el Dr. Michael Kardas, coautor del estudio, "lo que sugiere nuestra investigación es que las experiencias familiares, es decir, interactuar con la misma persona que ya has conocido, es una experiencia más agradable de lo que la gente espera que sea".
Esto pone de relieve el poder subestimado de la familiaridad y la profundidad potencial que puede surgir de pequeños intercambios constantes.
En una época en la que reina la brevedad, son las sutilezas de nuestras interacciones las que pueden dejar un impacto más profundo. La microconversación, aunque concisa, tiene el potencial de tender puentes entre las almas. Si perfeccionamos nuestras señales no verbales y valoramos cada pequeño intercambio como un posible peldaño hacia una relación más profunda, desbloquearemos vías para establecer conexiones enriquecedoras en medio del ajetreo moderno.
*Con información de Forbes US