Betalba House: así es el exclusivo club en Carrasco donde priman versatilidad, discreción y conexiones
En la mansión del poderoso mentor de Aristóteles Onassis cobró vida el club privado Betalba House, donde priman la versatilidad, la discreción y las conexiones.

Quienes transitan por Juan Manuel Ferrari y Boston no imaginan el “tesoro” de historia, refinamiento y camaradería que podrían descubrir en esa esquina del barrio Carrasco. 

Allí se encuentra Betalba House, un espacio inspirado en los tradicionales clubes de caballeros ingleses, que sus fundadores definen como “único e inigualable”. 

“Es una joya que tenían escondida”, suelen exclamar quienes conocen el lugar por primera vez. Pero los empresarios que crearon el club aclaran que “no hay secretismo, sino discreción”. 

También subrayan que está inspirado en un club de caballeros, pero esto no implica que sea solo para hombres. Hay mujeres socias (es más, una mujer forma parte del grupo de fundadores). 

No es un cowork, aunque los socios pueden trabajar allí si lo desean. Se trata de un espacio de socialización y desarrollo personal, una especie de “segunda casa”. Se propone como un agradable lugar para charlas, momentos de distensión y reuniones sociales y empresariales. 

 

No está enfocado en el networking de negocio, pero inevitablemente ocurre como consecuencia de los estrechos vínculos que se generan entre sus socios.

Hace casi cinco años que funciona Betalba House. Forbes Uruguay es el primer medio en recorrer sus instalaciones —con la amena guía del house ambassador, Omar Ichuste—, y conversar con tres de sus socios fundadores sobre los objetivos del club y sus características.

Entrar a Betalba House resulta impactante. A lo refinado de sus ambientes se suma su particular historia. 

“Villa Betalba” fue construida en la década del 40 por el empresario naviero Alberto Dodero (nacido en Uruguay, nacionalizado en Argentina), que llegó a tener una de las flotas de buques mercantes más grande de principios del siglo XX y fuera propietario del hotel Miramar (actual Escuela Naval) y de la compañía que hacía la conexión con hidroaviones entre Montevideo y Buenos Aires. 

Betalba conjuga letras del nombre de Elisabeth “Betty” Sundberg, la actriz estadounidense con quien se casó Dodero, y del suyo. 

En su momento la mansión ocupaba toda la manzana, concanchas de tenis y de fútbol, un jardín con rosas, casas para huéspedes (y hasta una vivienda para el profesor de tenis). Eran célebres en la época las fiestas que allí se realizaban con invitados hollywoodenses.

Dodero fue mentor del magnate griego Aristóteles Onassis (quien visitaba Villa Betalba y hasta pasó allí su luna de miel con su primera esposa). Por esos salones y jardines pasaron presidentes y hasta figuras como Eva Perón. Dodero falleció en 1951 y, tras una larga sucesión, la casa fue adquirida por su amigo, el también empresario Pedro Daniel Baridón. 

Allí vivió junto a su esposa y su hijo, Pedro Nicolás Baridón, quien se convertiría en un influyente hombre de negocios (recordado accionista de Búsqueda y Canal 12, entre otros emprendimientos) y también residió con su familia en los años siguientes a la muerte de su padre.

 

En 2018, lo que siempre fuera casa de familia pasó a ser un club muy especial. Se mantuvo el toque distinguido aportado por la Maison Jansen de París, considerada la primera firma de diseño de interiores a nivel global. 

Hoy puede verse el esmero en el cuidado de cada detalle, la calidez de los colores y la madera, la nobleza de los materiales del mobiliario. Ubicada a unas seis cuadras de la bulliciosa Arocena, corazón de Carrasco, en Betalba se respira tranquilidad y elegancia.

El comedor para 14 personas sigue funcionando como tal —para almuerzos, cenas y desayunos de los socios— pero también se convierte en un meeting room. Uno tras otro, se suceden diferentes salones que los socios pueden utilizar.

Destaca el que fuera la oficina de Dodero —con el escritorio original—, una galería “intervenida” por el pintor Fito Sayago, la biblioteca y su estufa, y un salón con una decoración tan bien lograda en tonos beige, verde y blanco que uno se transporta a los clubes londinenses. 

Es la “joya de la corona, el ambiente más British”, al decir del house ambassador, Omar Ichuste; incluye un “walk-in humidor”, una cava especial para habanos. El lugar cuenta con una superficie de 4.000 metros cuadrados, de los que 1.200 están construidos. Se invirtieron más de US$ 3 millones en la propiedad y su acondicionamiento.

Cuando comenzó el proyecto en 2018, era habitual que les dijeran que era un delirio, rememora uno de los socios fundadores, Arturo Eguren. “Y acá estamos; vivitos y coleando y funcionando bien. Nos da satisfacción ver que se pudo llevar a cabo. No era una locura”.

VALORES DE CABALLEROSIDAD

 

Cinthia Castelo, una de las fundadoras, recuerda cómo junto a otros ejecutivos y empresarios tenían hacía mucho tiempo la idea de un lugar distinto inspirado de los antiguos clubes ingleses de caballeros. A través de Matías Baridón, otro de los socios fundadores, dieron con la “maravillosa propiedad” de Villa Betalba.

Para Baridón, son las personas las que hacen única a Betalba House. Asegura que a los socios los une el compartir los valores de caballerosidad, como el respeto, la ética, el profesionalismo, el tener código de conducta, el hacer las cosas bien.

Lo que se busca en Betalba House, a través de una infraestructura que hace agradable la experiencia, es “una buena conexión entre las personas” con foco en el desarrollo personal, refuerza Eguren.

“Fomentamos esa interacción. Con el correr de los años, se da un entramado de negocios entre las personas porque se genera confianza. Pero no es lo único. Es un lugar para charlas que pueden ser de dos personas tomando un café hablando de la vida o alguien que viedene a contar una experiencia de vida o de negocios”, explicó. 

Puso como ejemplos de estas tertulias —las Betalba Talks— un encuentro en el que un miembro del club compartió sus conocimientos acerca del traspaso generacional en las empresas y la visita de una empresaria para intercambiar sobre el legado de su padre, un poderoso hombre de negocios.

Apuntó que hay distintas instancias de intercambio. Nombró el caso de un miembro del club que es sobreviviente de los Andes. “Una cosa es cuando da una charla sobre esa experiencia de vida ante mucha gente y otra muy distinta es sentarte a tomar un café con él mano a mano, o conversar durante un almuerzo”, comentó.

Se trata, coinciden los socios, de una inversión en uno mismo, que puede ir desde el disfrute de aprender en una cata de vino a dedicar tiempo a conversar con alguien que tiene una experiencia de vida muy rica. 

El club funciona de lunes a viernes de 9:00 a 20:00. Los jueves, de 18:00 a 20:00, se brindan charlas, degustaciones o se generan encuentros de camaradería. La barbacoa de los viernes ya se ha convertido en un clásico para que los miembros cierren la semana invitando a un amigo, cliente o socio que no integre el club. 

La atención personalizada, la versatilidad para contemplar diferentes necesidades y la discreción son las premisas del relacionamiento con los socios. De esta forma, se brindan las condiciones para que conversen con clientes o futuros socios en un ambiente de privacidad, diferente de la exposición que se tiene en lugares públicos como bares o restaurantes. 

También se tienen en cuenta las diferentes necesidades y requerimientos. “No todas las reuniones tienen el mismo perfil”, explicó Eguren. “Podés tener una cena organizada con 15 pasos y guante blanco en el meeting room o un asado picando parado”. Destacó que se brindan “soluciones a medida”. Un ejemplo reciente fue resolver la necesidad de un socio de agasajar a clientes extranjeros con un asado un domingo a las 18:30.

RELACIONES MÁS FUERTES

Para que alguien sea candidato a ingresar al club “tiene que haber una liaison”, un nexo con un socio. “Como Uruguay es chico, es muy difícil que nadie tenga una referencia. Tratamos de tener más de una validación de que la persona comparte los valores”, apuntó Eguren.

Según Baridón, ningún interesado “cae de la nada”; siempre hubo un acercamiento previo por haber sido invitado a alguna actividad por parte de un socio. Han encontrado un nicho en empresarios y ejecutivos extranjeros, así como en uruguayos que viven en el exterior pero visitan Uruguay en forma frecuente y recurren a Betalba para recibir a sus clientes y trabajar en un espacio agradable.

El club cuenta con membresías individuales, corporativas y de no residentes. Prefirieron no brindar el valor de las membresías ni la cantidad de socios “por una cuestión de discreción”.

¿Cuáles son los planes de aquí en más? 

Seguir innovando en aportes de valor para los socios e instancias que generen conexión y sinergias. Para Baridón el foco debe estar en fortalecer vínculos entre los actuales socios. “Al principio conocés a la persona por quien te acercaste. 

Queremos que se conozcan con todos. Por eso los eventos, las charlas, los momentos de camaradería. No queremos ser un número grande, sino ir de a poco para que no se pierda eso. 

Agrandarnos brinda más diversidad de personalidades y temas, pero antes está que las relaciones sean fuertes y de confianza; que cuando te cruces con alguien sepas quién es y puedas charlar”, comentó.

Fotos: Nicolás Garrido

*Este articulo fue publicado en Forbes del mes de Octubre