¿Recordás los Tamagotchis? Esas pequeñas mascotas digitales que, en los años 90, llevaron a millones de chicos a apretar botones frenéticamente para mantener vivos a sus compañeros virtuales. Estos evolucionaron a algo mucho más sofisticado: mascotas virtuales habilitadas con inteligencia artificial que pueden hablar, aprender y formar vínculos genuinos con sus cuidadores humanos.
El regreso de las mascotas virtuales
En una época en la que la tecnología suele ser señalada por aumentar el aislamiento, empresas como Slay adoptaron un enfoque diferente. Su aplicación viral, Pengu, se convirtió en la app de personajes de inteligencia artificial más popular en Estados Unidos, pero con una particularidad: no podés criar a tu mascota virtual en soledad. Cuidar de cada Pengu requiere de dos personas, creando una experiencia social que conecta el mundo digital con los vínculos humanos.
"Si considerás cuántas personas en EE.UU. tienen mascotas en la vida real, te das cuenta de que existe una gran demanda", explicó Fabian Kamberi, CEO y cofundador de Slay. "Creo que somos la primera empresa en lograr que los usuarios interactúen con un personaje de IA a gran escala, algo que no se hizo antes", añadió.
El poder de la IA y la creación digital
Lo que diferencia a las mascotas virtuales modernas de sus predecesoras es la avanzada tecnología de inteligencia artificial detrás de ellas. Utilizando modelos de lenguaje de gran escala, estos compañeros digitales desarrollan personalidades únicas y pueden participar en conversaciones significativas. "Usamos modelos de lenguaje para darle a Pengu personalidad y rasgos de carácter," afirmó Kamberi.
La app permite varias formas de interacción, como un diario digital donde podés seguir las aventuras diarias de tu Pengu, creando la sensación de que la mascota tiene su propia vida en marcha. También es posible interactuar directamente con la mascota a través de conversaciones de texto y voz, haciendo que la relación sea más personal y natural.
La tecnología permite que estas mascotas virtuales recuerden interacciones pasadas y mantengan contexto a lo largo del tiempo. Pueden recordar conversaciones previas, eventos importantes e incluso ayudar con tareas escolares. La IA se adapta para crear una experiencia personalizada para cada usuario, manteniendo límites y medidas de seguridad adecuados.
Construyendo conexiones seguras y significativas
Uno de los mayores desafíos en la creación de compañeros de IA es asegurar que fomenten relaciones saludables. Slay enfrentó este desafío haciendo de sus mascotas virtuales una experiencia inherentemente social. "Cuando le das cariño a Pengu, implica que estás pensando en tu amigo y crían algo juntos", explicó Kamberi. Además, agregó: "El componente gamificado es que progresás junto a la otra persona, lográs metas y jugás en equipo".
La empresa implementó estrictas medidas de seguridad para evitar interacciones inapropiadas y garantizar una experiencia positiva, especialmente para los usuarios más jóvenes. Esto incluye el filtrado previo de contenido y un entorno donde la mascota virtual se siente más como un miembro de la familia que como un simple chatbot.
El futuro del compañerismo digital
De cara al futuro, Kamberi imagina un mundo donde los amigos virtuales sean algo común. "Veo que todos tendrán amigos virtuales en algún momento. Personajes con los que podríamos relacionarnos de maneras muy diferentes", comentó el CEO de Slay. "Por ejemplo, uno que críe con mi pareja y otro con mi mamá", contó.
Este futuro no se trata solo de crear alternativas digitales a las mascotas reales, sino de enriquecer las conexiones humanas a través de experiencias digitales compartidas. La tecnología continúa en evolución, con empresas como Slay que exploran experiencias en 3D y nuevas formas de hacer que los personajes virtuales se sientan más reales y atractivos.
Un nuevo capítulo en la interacción humano-IA
A medida que la tecnología de inteligencia artificial se vuelve más sofisticada y accesible, las mascotas virtuales como Pengu son solo el comienzo. Representan un nuevo paradigma en la forma en que interactuamos con la IA, no como un reemplazo de las conexiones humanas, sino como un puente que une a las personas mediante experiencias compartidas y lazos emocionales. Sin embargo, cabe preguntarse: en un mundo ya dominado por pantallas e interacciones digitales, ¿realmente necesitamos otra capa de tecnología que medie nuestras relaciones?
Esta visión de futuro plantea preguntas sobre la naturaleza de la conexión humana. Aunque las mascotas virtuales impulsadas por IA pueden ayudar a crear vínculos significativos en nuestro mundo cada vez más digital, también podrían normalizar la sustitución de las interacciones reales por alternativas digitales.
A medida que estas tecnologías avanzan, será fundamental equilibrar los beneficios de la compañía artificial con la necesidad humana de relaciones auténticas y sin intermediarios. El éxito de aplicaciones como Pengu sugiere que muchas personas están listas para adoptar mascotas digitales, pero las implicancias a largo plazo para el desarrollo social y emocional humano aún están por verse.
*Con información de Forbes US.