Deslizar, deslizar, deslizar, like y match: se abre una ventana a una posible cita. Así de simple parecen funcionar las aplicaciones o sitios creados para que las personas encuentren desde relaciones casuales hasta serias. Con el aumento de las interacciones online, en una época hiper digitalizada, también crece el “romance scam”, más conocido como una forma de estafa que se aprovecha de las vulnerabilidades de quienes buscan el amor en línea.

Ya a mediados de la década de los 90 existían sitios, como Match.com y eHarmony, pero no fue hasta el 2010 con la aparición de los smartphones, que las aplicaciones de cita se volvieron furor, con Tinder, Happn y Bumble encabezando las apps más demandadas. Esta última incluso presentó a comienzos de febrero, en el marco del Día del Internet Seguro, la función “Deception Detector” que utiliza Inteligencia Artificial (IA) para identificar estafas y perfiles falsos. De esta manera, buscan minimizar estafas como el romance scam, que genera riegos no solo a niveles de seguridad digital sino también patrimonial y psicológico por sus secuelas.

Las Apps de citas mas famosas como Tinder y Happn han cambiado en tiempos recientes a sus CEOs por mujeres en un intento de incluir nuevas perspectivas y hacer mas confiables sus plataforamas. 

En su informe de gestión 2023, la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (Ufeci) de Argentina, detectó un crecimiento del 40% en delitos informáticos entre abril de 2022 y marzo de 2023. En esta misma línea, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) plantea que las mujeres enfrentan condiciones más precarias al acceder a Internet, subrayando así la necesidad de abordar la brecha digital de género.

“Las disparidades de género en el ámbito del fraude digital se manifiestan a través de varios factores, entre ellos, el acceso desigual a las infraestructuras y herramientas tecnológicas, diferencias en el nivel de habilidades digitales y en cómo se utiliza Internet, así como la tendencia a priorizar la presencia masculina en espacios de participación sociopolítica en línea”, asegura Carina Birarda, Advisor de Internet Governance Forum (IGF) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Business Information Security Officer (BISO), asesora e investigadora en ciberseguridad y continuidad del negocio.

En el romance scam, no solo entran en tensión los estereotipos de género, sino también cómo las mujeres y diversidades fueron históricamente educadas en relación al amor: es un solo tipo de amor y es romántico. 

Es el principal elemento en este tipo de fraude: los estafadores crean perfiles falsos en aplicaciones o sitios de cita para establecer relaciones, bajo falsas promesas de amor eterno sin aún haberse encontrado personalmente con sus víctimas, y luego se aprovechan de ellas económicamente. Para lograrlo, utilizan el anonimato de Internet. Piden desde regalos hasta ayuda, mediante historias inventadas que van desde emergencias médicas, problemas financieros o incluso para pagar los gastos que implicaría conocerse en persona.

Es un problema estructural que responde a las dinámicas propias de las jerarquías sociogenéricas. Así lo explica Irene Soria Guzmán, doctora en Estudios Feministas por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México, especializada en cultura digital y tecnología: “Al conocer las estructuras sociales, los estafadores actúan en consecuencia. Accionan también cómo se les enseñó: desde una masculinidad hegemónica que implica decir a las mujeres lo que quieren escuchar. Ese es el enganche: te digo lo que querés escuchar sobre el amor. Estos estafadores utilizan esta ingeniería social, particularmente vinculada a temas de género, para manipular y violentar a mujeres o diversidades y una vez que ya se encuentran vulnerables se aprovechan para estafarlas”.

Cuando el estafador ya se ganó la confianza de su víctima, se abre paso a la estafa. La problemática también radica en que las mujeres usuarias de aplicaciones o sitios de cita no siempre cuentan con la suficiente información sobre seguridad digital y ciberdelitos. Esto responde a la brecha digital de género. 

“Para las mujeres, las tecnologías eran los utensilios de cocina. No las computadoras”, dice Soria Guzmán. Así fueron socializadas y, aunque cada vez hay más profesionales en el campo tecnológico, la disparidad persiste y demanda atención. Lo mismo sucede a niveles educativos: en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, la proporción de mujeres graduadas de carreras CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) no supera el 40%, según informa la CEPAL.

“Cada vez vemos más mujeres apropiadas de las máquinas y de la técnica, pero aún sigue habiendo una amplia brecha. El desafío es apropiarnos de las tecnologías, pero no solo a un nivel de usuarias, sino incluso a un nivel de hacedoras. Eso se conecta un montón con la seguridad digital y con tener conciencia de cómo funcionan las tecnologías que usamos”, afirma Soria Guzmán.

En ese sentido, Birardi también afirma que “la educación y la concienciación son claves para brindarle a las mujeres las herramientas necesarias para navegar seguras por el entorno digital” y así conocer cómo prever diversos tipos de fraudes y delitos en línea. Además, agrega: “impulsar una cultura de seguridad digital no solo protege a las mujeres contra riesgos en línea, sino que también fomenta su participación confiada y protegida en el ciberespacio”.

Ese es otro desafío: que todas las alertas que se generan, al conocer los riegos que trae consigo habitar el espacio digital, no dejen a las mujeres a la defensiva ni abrumadas. Todo lo contrario. En palabras de Soria Guzmán: se trata de “decidir, hasta qué punto o qué límite le ponemos, particularmente, a las aplicaciones”.

Aunque las plataformas facilitan la conexión entre personas, es esencial que quienes hacen uso de ellas mediante aplicaciones o sitios de citas se mantengan informadas, al timing en que evolucionan las tecnologías. Así, fortalecerán su identidad en línea en un entorno que cambia en loop.

La seguridad digital de las mujeres usuarias requiere también un compromiso, tanto por parte de las plataformas en línea como de las empresas tecnológicas. Birardi enumera múltiples medidas y estrategias que pueden adoptar para mejorar la seguridad y prevenir el fraude en sus servicios: deben incluir soluciones técnicas, autenticación robusta, análisis de comportamiento y monitoreo de transacciones, políticas, procedimientos y respuestas ante incidentes, enfoques centrados en las personas usuarias, más concientización. 

“Por parte de las empresas tecnológicas, hay un creciente reconocimiento de la importancia de la perspectiva de género. Sin embargo, la implementación efectiva de estrategias inclusivas varía. Algunas compañías líderes en tecnología han comenzado a enfocarse más en la inclusión y la diversidad, lo que incluye considerar cómo las diferencias de género afectan la seguridad y la privacidad en línea. No obstante, aún queda mucho por hacer para que estas consideraciones se conviertan en una práctica estándar en toda la industria”, explica Birarda. 

Actualmente, las aplicaciones o sitios de cita disponen de mecanismos de denuncia, por eso también es importante informar sobre cualquier actividad sospechosa a la plataforma correspondiente, así como también a la entidad bancaria. Sin embargo, se requiere de una sólida colaboración entre todas las partes interesadas y un abordaje multidisciplinario para mejorar la efectividad de las medidas de seguridad.

Además, Birarda enmarca el romance scam en el modelo de negocios “Crimen como Servicio", (CaaS, por sus siglas en inglés, Crime as a Service), que emergió como un modelo de negocio digital que consiste en un vínculo entre personas que ofrecen servicios y herramientas que facilitan la comisión de delitos en línea, con quienes están dispuestos a pagar por ellos. Esas personas pueden estar en cualquier parte del mundo.

Al trascender fronteras, es difícil que los delitos informáticos reconozcan jurisdicciones. La abogada Cintia Blas, quien actualmente trabaja sobre delitos informáticos, asegura que ese factor “constituye uno de los principales desafíos en la persecución penal de los ilícitos informáticos”. 

“La naturaleza de los hechos y las posibilidades que ofrece la tecnología en el contexto actual complejizan la tarea investigativa. Por lo tanto, además de regular las conductas, es importante trabajar junto a instituciones de cooperación internacional para obtener acceso a datos de otros estados y organizaciones públicas y privadas”, asegura Blas.

El romance scam puede enmarcarse en el artículo 172 del Código Penal argentino. Además, los delitos informáticos fueron incorporados a través de la Ley 26.388. La abogada Blas, explica que “con el objetivo de facilitar la investigación, es fundamental que al presentar la denuncia se proporcionen el identificador de la persona usuaria, capturas de pantalla con las conversaciones, datos de cuentas bancarias y que la cuenta denunciada no sea bloqueada para lograr su correcta identificación”. Asegura que la recopilación de la mayor cantidad posible de datos será de utilidad para identificar al autor del delito. De allí se desprenden las principales recomendaciones a tener en cuenta si se atraviesa una estafa de este tipo.

En octubre de 2023, se promulgó en el país la Ley Olimpia, normativa que considera violencia digital a toda conducta dirigida contra las mujeres, basada en su género y realizada mediante herramientas informáticas. Originada en México y extendida a Latinoamérica, esta legislación representa un avance significativo al requerir una perspectiva de género para visibilizar y reconocer los actos de violencia en entornos digitales. Así, se protege de manera integral a las mujeres, tanto en el espacio físico como en el espacio digital, que es el reflejo de las dinámicas sociales fuera de las pantallas.