Uno de los ejemplos más icónicos de auto clásico en Uruguay es la limusina Lincoln modelo presidencial, hoy propiedad de José Luis Strazzarino. A nivel mundial, se fabricaron nueve unidades, de las que quedan tres, y una de ellas está en Uruguay.
El primer dueño de la limusina fue el presidente José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1925). El exmandatario colorado importó el vehículo desde EE.UU. en 1923 y lo convirtió en su auto oficial. Poco tiempo después, se enfermó y la Lincoln quedó abandonada, sin uso.
Permaneció en el estacionamiento del diario El Día y cuando remataron el edificio fue llevada a un galpón de la funeraria Luis Moro, familia que era amiga de Batlle y Ordóñez. Un sereno que cuidaba el lugar le comentó a un restaurador de autos clásicos que donde trabajaba había “algo raro, largo, pero todo tapado”.
Así, el coleccionista se hizo con la unidad. La limusina fue restaurada desde cero con materiales originales importados desde EE.UU. Cuando Strazzarino la adquirió, tenía alrededor de 7.000 millas, lo que equivale a poco más de 11.000 kilómetros.
Antes de que Strazzarino comprara la Lincoln, el restaurador que la tenía para reventa se la ofreció al expresidente Jorge Batlle (2000-2005), quien había decidido aceptar el vehículo para dejarlo en filas estatales. Sin embargo, la crisis económica de la época impidió que el negocio se concretara. El Ministerio de Economía no dio el aval.
Tras este intento de venta, también surgió el interés de coleccionistas brasileños. Cuando el negocio ya estaba casi concretado, los compradores pidieron que el gobierno emitiera un certificado para dejar constancia de que Batlle y Ordóñez había sido el primer dueño.
Sin embargo, al momento de pasar por la Comisión de Patrimonio del Ministerio de Educación y Cultura, las autoridades impidieron la transacción, ya que el vehículo estaba declarado patrimonio nacional. Esta normativa, regulada en la Constitución de la República, implica que solo se pueda comercializar en territorio uruguayo.
Tras los dos intentos de venta frustrados, Strazzarino logró adquirir la limusina hace 12 años, por un precio que superó los US$ 80.000.
LOS CUIDADOS
Strazzarino explicó que el uso que da al vehículo es limitado, porque el conjunto mecánico que lo compone impide transitar muchos kilómetros. Además, en caso de roturas importantes —algo que hasta ahora no ha sucedido— es casi imposible obtener repuestos.
El coleccionista suele participar en eventos de autos clásicos y también en instancias de la vida política nacional, por ejemplo, cuando se celebró el sepelio de Jorge Batlle en octubre de 2016.
El motor de la Lincoln fue creado en 1918 y en 1923 los ingenieros de la compañía lo remodelaron. A nivel de potencia, tiene 7.000 cc con 8 cilindros en V que tiran de una carrocería de seis metros y cerca de 2.500 kilos. El metal que se usaba en ese momento tiene menos espesor que el que se fabrica en la actualidad, por lo que la corrosión es uno de los principales problemas.
LOS ADELANTOS
Este modelo de limusina fue pionero a nivel mundial en su época, porque presentó avances reveladores en el mercado automotriz del siglo XX. Por ejemplo, de fábrica trae un compresor para inflar las ruedas dado que en ese tiempo había pocos autos en circulación y las gomerías casi no existían. Otro de los adelantos es que posee alta y baja en las luces.
Es decir, tiene un sistema de varillas que permite, desde la cabina del conductor, mover las lámparas que están en ambas ópticas delanteras. También tiene un teléfono instalado que permite que el pasajero que va en la parte trasera pueda hablar con el conductor.
FOTOS: DIEGO OLIVERA
*Este artículo se publicó originalmente en Forbes UY del mes de Diciembre de 2023