Andy Murray Collection (AMC) es la marca de ropa deportiva del reconocido tenista escocés que lideró el ranking ATP desde fines de 2016 y varios meses de 2017. Los productos son diseñados con lana Merino, utilizando tecnología de vanguardia para mejorar el rendimiento.
Este no es un caso aislado sino parte de una tendencia internacional, de importantes marcas que demandan lanas finas para elaborar este tipo de prendas de alta calidad, que en muchos casos son proveídas desde Uruguay.
Nicolás Sapelli es un economista uruguayo que se desempeña como responsable de Materia Prima y Sustentabilidad de la empresa textil francesa Chargeurs, que tiene su casa central en Italia y cuenta con peinadurías en Uruguay (donde es socia del 50% de Lanas Trinidad), Argentina, EE.UU. y China. Su rol es comprar lanas en Uruguay, Argentina, Australia y Sudáfrica, y el principal destino del producto extrafino de Uruguay es Europa, fundamentalmente Italia y Alemania.
Hasta hace algunos años las lanas más finas se utilizaban para producir telares de muy alta calidad, para la confección de sacos, trajes y vestidos. Si bien ese sigue siendo un destino importante, fue un sector muy golpeado por la pandemia, porque las personas no utilizaron ese tipo de vestimentas al permanecer en sus casas.
Pero, al mismo tiempo, se desarrolló el sector de vestimenta denominada outdoor, para actividades deportivas y de recreación al aire libre, que también se hace con lanas finas.
Las dos marcas líderes mundiales de este tipo de productos son Icebreaker y Smartwool, que valorizaron los atributos de esta materia prima. Las cualidades que distinguen a las lanas finas frente a los sintéticos son la resistencia a los olores, la transpirabilidad, la termorregulación y una suavidad extrema en su contacto directo con la piel.
Durante muchos años la lana tuvo una connotación negativa: la picazón o alergia. Luego se demostró que esas reacciones son generadas únicamente por las lanas gruesas. A propósito, el presidente del Consorcio Regional de Innovación en Lanas Ultrafinas (Crilu), Juan Pérez Jones, señaló que en esos estudios se descubrió que, cuando en una lana hay más de un 5% de fibra superior a 30 micras, se activa la parte sensorial de la piel que genera esa picazón.
Explicó que las lanas de 20 micras de diámetro pueden tener un porcentaje de más de 30 micras, porque la distribución de los diámetros no es uniforme, sino que es como una campana de Gauss. Pero las lanas finas y superfinas prácticamente no tienen un porcentaje de 30 micras, y permiten el contacto directo con la piel. Así, se desarrollaron nuevas prendas deportivas, livianas y de abrigo, pero también ropa para bebés, zapatos deportivos, hasta pijamas y ropa interior.
Toda esta evolución tecnológica permitió el desarrollo de nuevos productos, y los precios de las lanas de menos de 18,5 micras se despegaron mucho en el mercado, con una demanda sostenida aún en plena pandemia.
Sapelli señaló que hace tres años Uruguay hizo una muestra con un hilandero muy famoso en Italia, con un proyecto para buzos tradicionales, de escote en V, elaborados con vellones del Crilu. “Se mandó un contenedor de lanas de 16,5 micras, espectacular, muy fina y buena. A la gente de Italia le encantó, dijo que la lana era espectacular y pidió que mandaran un contenedor de esos por mes. Les tuvimos que explicar que esa era la única lana de ese diámetro que había, y que tendrían que esperar a la siguiente zafra”, detalló el operador.
Por lo tanto, “el problema de Uruguay en lanas extrafinas es que no hay volumen para abrirse paso en el mercado”, lamentó Sapelli.
PRECIOS EXCEPCIONALES
En los últimos años los precios de las lanas finas se despegaron totalmente en comparación con las lanas medias y gruesas, debido a la alta demanda. Sapelli señaló que antes los precios se movían con la misma tendencia; si subían un 10% las lanas de 17 micras, las de 24 micras subían un 5%. Pero ahora las tendencias están disociadas: los precios de las lanas finas trepan y las demás no tienen demanda.
Consultado por el diámetro de lana más fácil de vender, respondió que es el de 19,5 micras, pero aclaró que los más finos “tienen una demanda tremenda” y que hay proyectos que “pueden llegar a hacer una diferencia muy importante”.
Pérez Jones mencionó el caso de Ricardo Rocha, un productor arrendatario de un campo superficial en Paysandú, donde prácticamente solo puede producir ovejas, ya que allí se sufre mucho la sequía. Rocha produce un lote de lana de menos de 16 micras, que en la zafra pasada logró el precio récord de más de US$ 15 por kilo, un negocio que cambió el resultado económico de la empresa familiar
El presidente del Crilu aseguró que los actuales precios de las lanas superfinas, así como la alta demanda y la colocación segura, hacen que muchos productores estén sustituyendo majadas de otras razas por Merino y que además opten por los cruzamientos.
Las certificaciones se imponen para la diferenciación de distintos productos, y las lanas han sido pioneras en este aspecto. Hay certificados de estándares de distintos tipos. El más conocido es el RWS (Estándar de Lana Responsable, por sus siglas en inglés), pero hay muchos más; y en la mayoría de los casos son contratados por la industria lanera.
La certificación de Chargeurs se denomina Nativa, y en Uruguay hay más de 200 campos certificados, según destacó Sapelli. El protocolo tiene varios puntos, como bienestar animal, medioambiente, responsabilidad social empresarial y ecosistema.
CONSORCIO CON HISTORIA
El Crilu tiene como antecedente el Proyecto Merino Fino, que comenzó entre 1997 y 1998 con el objetivo de producir más de un millón de kilos de lana de menos de 20 micras en 10 años, meta que se alcanzó en el séptimo año. El consorcio está integrado por 42 productores, que producen entre 400.000 y 500.000 kilos de lana al año.
Si bien no hay datos oficiales sobre el porcentaje de cada raza que integra el stock ovino en Uruguay, se estima que alrededor del 40% es Merino Australiano, con una lana de entre 19 y 19,5 micras de diámetro promedio. La producción total de estas lanas ronda los 5 millones de kilos, aproximadamente.
En este marco se formó la unidad experimental Glencoe, de INIA (en Paysandú), y se realizó una selección de las 500 borregas con lana más fina de un total de más de 5.000, de varios establecimientos. Además, se tuvo en cuenta que esas lanas tuvieran buenos pesos de vellón en relación con su grupo contemporáneo.
Sobre ese núcleo genético de la majada de INIA Glencoe se ha trabajado para seleccionar los reproductores más destacados, que son utilizados por los productores consorciados, y también se vende semen congelado a productores que no integran el Crilu.
Pérez Jones informó que “ahora todas las generaciones de machos y hembras del núcleo de Glencoe van a la evaluación de eficiencia de conversión y emisiones de gases de efecto invernadero”. Destacó que la base de datos de la Sociedad de Criadores de Merino Australiano del Uruguay es la más numerosa, y se van a generar datos de Diferencia Esperada en la Progenie (DEP) para estas características, que se están correlacionando con otros datos productivos para determinar los futuros planes de selección”. Hace dos años se hizo una encuesta entre los productores del Crilu, y la finura promedio de la lana se ubicaba en 18,5 micras, con lotes de menos de 17 micras.
POR BUEN CAMINO
Consultado sobre su visión respecto del futuro del negocio de la lana, Sapelli respondió que, si bien los sintéticos han avanzado mucho, “este es un momento muy fuerte de la lana fina”, que “dejó de ser un commodity y ahora es un producto diferenciado”.
Destacó que en Uruguay se produce lana Merino muy fina y de muy buena calidad, un producto que tiene una demanda establecida y sólida. “No sé si en un futuro seguirá así, pero hoy es un mercado que está fuerte”, afirmó.
Consideró que si los productores siguen innovando, certificando y siendo sustentables, “van por buen camino”.
También señaló que un concepto que se está empezando a instalar de forma importante es el de agricultura regenerativa, que “es bastante más difícil de aplicar que una certificación”, por sus altas exigencias en materia de sustentabilidad. “La demanda de productos sustentables es cada vez mayor, no veo que vaya a caer”, concluyó.