Hackeando el sesgo de género: mujeres líderes en la era de la IA

El talento no reconocido de las mujeres ha tenido diversos nombres a lo largo de la historia pero hace algo más de cuarenta años, Marilyn Loden acuñó la expresión “techo de cristal” y resumió acertadamente una sensación generalizada de impotencia femenina en los ámbitos laborales. El término se refiere a la barrera invisible que impide el ascenso de las mujeres a los puestos de liderazgo, especialmente en ciertas industrias.

Afortunadamente, muchas brechas de género han ido acortándose desde entonces: las mujeres expandieron su presencia en todo tipo de ámbitos y profesiones, dieron pasos significativos en las llamadas carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y se animaron a emprender como nunca antes.

En el ecosistema cripto, dónde hasta hace poco sólo se hablaba de “cryptobros”, las mujeres también están incursionando, a paso acelerado y con su propio estilo de inversión. En países como México el porcentaje de “criptoinversoras” (44%) supera al de Estados Unidos (32%) y, más allá de la adopción, se distinguen por trazar estrategias a largo plazo en mucho mayor medida que los hombres. 

Ahora, frente a la era de la inteligencia artificial que Chat GPT abrió a fines de 2022, hombres y mujeres por igual experimentamos fascinación pero también inquietud. Los fantasmas del reemplazo de seres humanos por máquinas adquirieron un renovado protagonismo y la posibilidad de automatizar tareas en profesiones antes impensadas instaló nuevas preguntas.

Para las mujeres, sin embargo, la irrupción de la inteligencia artificial está teniendo algunos sinsabores. El sesgo de género que reproducen estas herramientas parece contradecir los avances registrados en muchos temas y es especialmente desalentador respecto al liderazgo femenino.

El sesgo visible

Aunque no se trata de un tema nuevo -algunas investigaciones han detectado sesgo de género en más de 100 sistemas creados desde 1988- el boom de la inteligencia artificial generativa que producen texto e imágenes lo ha puesto en notable evidencia. A diferencia del “techo de cristal” y su invisibilidad, este sesgo es fácilmente comprobable y la generación automatizada de imágenes lo confirma de muchas maneras. 

Algunas de estas comprobaciones han tenido mucho eco: el Washington Post encontró que al aludir a “personas productivas” los sistemas de IA generaban únicamente hombres ( y mayoritariamente blancos). A su vez, otras investigaciones detectaron que las mujeres son más propensas a ser caracterizadas por su apariencia incluso en profesiones en las que los atributos físicos no son relevantes. 

En mi experiencia personal con algunos de los generadores de imágenes más populares, también he tenido hallazgos decepcionantes. Cuando solicité una ilustración sobre “invertir en criptomonedas” la herramienta de IA generativa únicamente elaboró imágenes de hombres frente a computadoras. Luego, ante el pedido de “una persona explicando cómo funciona la tecnología blockchain” el software ofreció cuatro alternativas pero sólo una incluía una mujer. 

Estos ejemplos, tan simples como contundentes, son una auténtica red flag para todas las mujeres y nos ponen frente al inevitable desafío de rediseñar la inteligencia artificial a nuestro favor. Si pudimos traspasar el “techo de cristal” y dejar nuestra propia huella en el emergente ecosistema de las divisas digitales, estoy convencida de que también podremos adueñarnos de la tecnología más disruptiva del presente. 

*La columna fue escrita por Silvina Moschini, CEO de Unicorns Inc y fundadora de Unicoin.