Aunque se presenta a competir como candidato presidencial desde el 2004, esta elección es diferente para Pablo Mieres. Además de la intención de conseguir al menos una banca en el Senado, en esta oportunidad se puso en juego la ley de seguridad social que impulsó como ministro de Trabajo por medio del plebiscito promovido por el Pit Cnt. A propósito, Mieres advirtió que, en caso de aprobarse la reforma, habrá aumento del déficit y suba de impuestos.
¿Esta campaña electoral ha sido más fría que otras?
Es verdad, es notorio. Hay un indicador gráfico que es claro, que en los edificios no hay balconeras, tampoco en los autos hay muchos pegotines y probablemente tenga que ver con un cambio más de fondo de socializar de las personas, entre la última elección y esta, en el medio, hubo una pandemia y un cambio de la forma de relacionamiento social. El modelo a distancia se instaló mucho más fuerte, probablemente eso tenga que ver, pero en todo caso es una hipótesis que habría que investigar.
Después puede ser el hecho que es una elección donde no hay una situación de rispidez extrema, sí hay diferencias entre los dos bloques; pero tampoco creo que los uruguayos hoy crean que el país está en una situación dramática. Al contrario, es un país bien parado en el concierto internacional y eso le quita dramatismo a la elección.
¿Creció el desinterés en la política?
Aparentemente sí, según algunas encuestas. Tampoco creo que exista una situación de enojo, no siento que la gente esté enojada o sienta rechazo hacia los políticos.
¿Qué autocrítica haces respecto a esta apatía hacia el sistema político?
Probablemente exista un problema de comunicación, de explicar mejor lo que cada uno hace. Pero nuestro sistema político tiene características positivas, partidos fuertes y políticos que tienen proximidad con los ciudadanos. No veo una caída del sistema político.
¿Hay grieta en Uruguay?
Yo creo que no, hay niveles de enfrentamiento fuertes, a veces de descalificaciones. Cada vez que sale una delegación uruguaya de diferentes partidos al exterior funciona muy coordinadamente. Los uruguayos en el mundo funcionan con buena relación y eso me parece que se traslada también al mundo político interno, más allá que los niveles de discusión son duros y fuertes, no estamos en situación de grieta.
¿Se imagina el triunfo del plebiscito que promueve el Pit-Cnt?
Prefiero no imaginarme porque en el caso que ocurriera, vamos a tener un escenario extremadamente negativo. Los efectos que pueda tener son más graves que una crisis económica, es una caída de imagen del Uruguay en el mundo y es una afectación del nivel de vida de la gente porque eso trae consigo un déficit que hay que pagarlo.
¿Si sale el plebiscito hay que aumentar impuestos?
Sin dudas. Hay que ver cómo atemperar el impacto.
¿Cuál es el peligro mayor si se aprueba esta reforma?
El déficit que se va a generar en la seguridad social y qué acciones se toman para paliar el déficit, que eso implica una caída del poder adquisitivo, caída del ingreso de los ciudadanos y del empleo. También incluye la confiscación de los ahorros que tienen las personas en las AFAP.
Va a haber una andanada de demandas contra el Estado que, tarde o temprano, hay que pagar y en el medio la imagen del Uruguay como país deja de ser confiable. Hoy se hablaba de un movimiento de retiro de inversiones de títulos de capitales uruguayos. Si la reforma sale seguramente vamos a perder el grado inversor. Por eso decimos que la aprobación del plebiscito es recorrer el camino del kirchnerismo en Argentina hace 15 años, no hay dudas que es muy peligroso.
¿El sistema político ha actuado acorde a esa peligrosidad que usted describe?
De mi parte salgo todo el tiempo a hablar, porque como fui ministro de Trabajo conozco del tema. Me parece muy bien que el presidente haya decidido recorrer este camino de defender la ley y no es cierto que eso signifique alguna prohibición constitucional, tiene todo el derecho y la responsabilidad de hacerlo. Después, el resto de los candidatos de la coalición hablan, capaz que menos que yo, lo que sí me parece que en el Frente Amplio parece que la libertad de acción juega solo para un lado: los que están en contra del plebiscito no hablan. El candidato a presidente y la candidata a vice no expresan sus posiciones y eso implica que los únicos que hablan son los que están a favor del sí y me parece que es muy grave que se interprete de esa forma. Yo le reclamo a los 112 (expertos en economía del FA que se pronunciaron en contra del plebiscito) que hagan campaña.
¿Por qué le parece que no la hacen?
Porque piensan que la unidad del partido está por encima y, en realidad, por encima está el bien de la sociedad del país.
La reforma jubilatoria es un tema antipático para la gente, ¿puede tener algún costo político para la coalición?
Cuando decidimos meter para adelante en el gobierno lo discutimos, pero creemos que eso implica hacer política como se debe, sin medir el cálculo electoral del costo político. Lo que hay que hacer es poner por delante los intereses del país y saber que esta reforma era imprescindible. Lo decía Danilo Astori y José Mujica que, tarde o temprano, los uruguayos van a tener que trabajar hacia una edad más avanzada.
¿Dónde debería estar el foco en un futuro gobierno de la coalición?
Tenemos que llevar adelante acciones para que vuelva a ser una opción el estudiar y trabajar y eso significa combatir la pobreza infantil y reducir la deserción en enseñanza media. Para lograrlo hay que conseguir que la economía crezca con mayor vigor y eso implica una reforma del Estado y abrir el país al mundo para generar recursos que hagan posibles reformas sociales y así mejorar el nivel de vida de los más débiles. Lo otro es la seguridad, tenemos que seguir avanzado, algunas cosas se hicieron, por ejemplo, bajar rapiñas y abigeatos.
¿La gente se siente más segura con este gobierno?
La gente está preocupada por la seguridad, si es más o menos que antes es muy difícil de determinar. Lo que es claro que es una asignatura pendiente que tenemos que encarar en el próximo período.
¿Es el talón de Aquiles de este gobierno?
El problema que tiene la oposición es que no tiene credenciales para levantar la mano y decir: 'voy a resolver este problema', porque cuando gobernó fue mucho peor. Es decir, estamos menos mal ahora que en la época del Frente, y además todos los anuncios que han hecho es que vuelven con las mismas personas a cargo de la política de seguridad. La coalición tiene ese talón de Aquiles, pero no hay quién la sustituya, la situación podría ser peor.
¿Cómo se imagina un gobierno de Orsi?
En los principales problemas es una incógnita porque no han dicho nada. En educación lo que he escuchado es volver a los consejos desconcentrados y eso es un retroceso, me parece un grave error. Hacer un congreso de la educación vinculante me parece un grave error, todo va en la dirección de retroceder. En el tema seguridad social solo dicen que van a hacer un gran diálogo nacional; y son dos temas importantes, en los que el gobierno avanzó, y lo que parecen impulsar es peor. Estas últimas 48 medidas presentadas en Colonia implican un incremento del gasto formidable que no sabemos de dónde van a sacar, supongo yo que de más impuestos. No tengo duda que un gobierno de este Frente Amplio es negativo para el país.
¿Por qué considera que el Partido Independiente debe volver al Parlamento?
El Partido Independiente debe crecer porque nosotros dentro de la coalición jugamos un papel importante, lo jugamos dentro de este período.
¿Cuál fue el mayor aporte?
La perspectiva de sensibilidad social, de preocupación social, la gestión en el Ministerio de Trabajo, en el Instituto de las Mujeres, en la Oficina de Servicio Civil, en el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, en la Junta de Drogas. Todos los aportes han sido positivos. Sería bueno que haya un reequilibrio de los partidos de la coalición. Nosotros seguimos siendo de centro izquierda, no nos hemos movido. Es más, yo creo que este gobierno que termina es de centro. Y en parte es de centro porque nosotros tuvimos el peso de impulsar ideas y propuestas que ubican el equilibrio en el centro.
En el supuesto de que llegaran al Senado en un gobierno del FA sin mayoría parlamentaria. ¿Estaría dispuesto a negociar el voto?
Siempre hemos sido oposición constructiva, las cosas que hay que acompañar, las vamos a acompañar. No vamos a andar midiendo porque somos oposición entonces no votamos nada. Nos hubiera gustado del FA esa actitud. Lamentablemente optaron por ponerse en la vereda de enfrente de todos los temas y no reconocer nada.
¿La coalición no actuaría como bloque en caso de ser oposición?
Puedo hablar por nosotros, el resto de los partidos tendrá que evaluar. La coalición ha funcionado como una opción de gobierno, si mañana deja de serlo, hay que ver qué actitud asume cada uno. Nosotros seríamos una oposición constructiva que discuta uno a uno los temas.
¿En un gobierno de la coalición volvería a ser ministro de Trabajo?
No me lo he planteado. Estas cosas es como poner la carreta delante de los bueyes, primero hay que llegar a la elección, hay que ver el resultado y después discutir los contenidos de un nuevo gobierno. Nosotros anunciamos una serie de medidas para un segundo compromiso por el país, que hay que firmarlo enseguida después del 27 de octubre.
¿Cabildo Abierto jugó muy al límite de la coalición en este gobierno?
Nosotros tuvimos otra forma de actuar. Que no es que no tuvimos diferencias, pero cuando tuvimos las tramitamos de otra manera, pensando que era lo mejor para el gobierno y para el país. Sin ruido y sin niveles de confrontación, pero cada cual elige cómo actúa.
¿Cómo ve el liderazgo de Andrés Ojeda en el Partido Colorado?
Es una cosa nueva, hay que ver qué pasa, lo nuevo por ser nuevo no vale de por sí. Hay que probarse en la cancha, me parece que levantar la idea de que ser nuevo es un valor no es lo más razonable. Pero en la cancha se ven los pingos.
¿Depende del apoyo electoral que tenga?
Sí y de cómo actúe cuando tenga que asumir responsabilidades. Ahí es donde se ve una persona que no tiene trayectoria anterior, creo que la trayectoria es importante y la valoro.