Cecilia Valleboni Forbes Staff
A Inés Berton el té la encontró. "Muchas veces es ponerse en pausa y dejarse encontrar", dice. Lo suyo viene más por el lado de la creatividad, de la creación y de un universo sensorial que se expande más allá de lo tangible. Dueña de la emblemática marca Tealosophy y reconocida como una de las narices más exquisitas del planeta, la empresaria tejió una narrativa vital donde el aroma de las hojas de té y la vibración de las esencias convergen en una experiencia que trasciende el simple gusto o la mera fragancia: es una invitación a un viaje introspectivo, un diálogo silencioso con la naturaleza y la memoria.
Su despertar al mundo de los aromas no fue un evento fortuito. Desde temprana edad, sintió una profunda conexión con los aromas que la rodeaban: el terroso perfume de la lluvia sobre el asfalto, el dulce aroma de las flores del jardín, el especiado de la cocina de su abuela. Estas primeras impresiones se sedimentaron en su alma, nutriendo una sensibilidad olfativa que con el tiempo se convertiría en su lenguaje. Berton dejó la facultad y vivió en París, donde empezó a formarse como perfumista. Pero se instaló en Nueva York, donde consiguió un puesto envidiable en el museo Guggenheim. Debajo del museo, funcionaba una casa de té. "Me cautivó. Iba todos los días después del trabajo y quería hacer mis propias mezclas", rememora la empresaria sobre la experiencia que la llevó a conocer a una japonesa que fue su gran mentora y que trabajó mano a mano con ella en la creación de blends.
En 2001, regresó a la Argentina. Su departamento en Nueva York se había incendiado y llegó con la expectativa de tomarse un año sabático. Pero su llegada al país tampoco fue soñada: mientras aterrizaba en Ezeiza, el helicóptero presidencial partía de la azotea de la Casa Rosada. Poco a poco, y de la mano del boca en boca, fue creando blends en su propia casa. Así nació Tealosophy con US$ 132 de inversión inicial, pero "un capital enorme que es todo lo aprendido y mi educación". En el primer año, saltó de vender 500 a 14.000 kilos. Eso la llevó a que Santillana se interesara en ella y le propusiera hacer fascículos que salían con el diario los domingos. "Les dije que me parecía buena idea que cada fascículo viniera con una lata de té. Les gustó, pero lo que no vi venir es que me encargaron 900.000 latas de té", rememora la empresaria que también creó blends para Inti Zen, una marca de tés que se vende en retail, y luego se asoció con Guillermo Casarotti y juntos realizaron Chamana, una tercera marca.
En sus cinco locales -de los cuales dos abrieron sus puertas en 2024- ofrece una cuidada selección de hebras de todo el mundo. "Cada blend es una composición meticulosa, una búsqueda del equilibrio perfecto entre notas sutiles y acordes intensos, concebida para despertar los sentidos y evocar paisajes lejanos, historias olvidadas, emociones profundas", asegura la empresaria que trabaja -desde el día uno- con su hermana Sofía, y sus sobrinos Ignacio y Tomás.
Decís que el té te encontró...
Soy una fiel creyente del dejarse encontrar. La realidad es que el té nunca había sido protagonista en mi vida. No vengo de una familia inglesa y el té no era una tradición en mi casa. Cuando trabajaba en el Guggenheim me encantaba ir a la casa de té que estaba abajo, donde había latas de tés, especias, pétalos y flores. Cuando iba, elegía cómo quería mi té y toda la gente que estaba en la fila decía: "Quiero lo mismo, quiero lo mismo". Eso me hizo cuestionarme el dejar algo muy seguro y prestigioso para dedicarme a hacer té.
Uno de los principales cuestionadores fue tu padre...
Sí. Porque no era lo natural. Lo natural era trabajar en ese museo, que te daba un montón de halagos. Pero a veces hay que guardar un poquito el ego y saber que por ahí no viene tanto el halago, pero hay mucho de intuición. La intuición es la guía número uno, siempre. Tomo definiciones basadas en la intuición. Se habla mucho del coraje que lleva emprender, pero encuentro en todo eso un poco de romanticismo. Me da más miedo no intentar que intentar. Cada vez que quiero hacer algo me da mucho más miedo no tratar de llevarlo adelante. Cuestiono muchas frases hechas y me define la frase "juremos con gloria a vivir". La pasión tiene el poder de cambiar todo. Está bueno aprender a habitar la incomodidad. La incomodidad no es estrés, tiene que ver con llevarte bien con la incertidumbre. El coraje es la creatividad divirtiéndose.
Haces tés para las celebridades y personalidades más reconocidas del mundo: Dalai Lama, Chris Martín y los Red Hot Chilli Peppers, pero también para las marcas más prestigiosas del mundo. ¿Cómo se hace para lograr el match entre un té y una marca o persona?
Hay marcas que son más fáciles y otras que son más desafiantes. El secreto está en tratar de entender qué hacen y en qué nos unimos. Hice tés para empresas de las industrias más diversas, desde petroleras o bancos hasta marcas de indumentaria de primera línea. Uno de los emblemáticos fue el que hice para Chanel. Combiné coco, ramas de canela y una base de camelia sinensis, que es la flor que identifica a la marca. También hice blends para Burberry el año pasado, cuando lanzaron su perfume Goddess Intense EDP, que tenía vainilla. Hicimos un blend con las notas del perfume. Diseñé para Ed Sheeran, Lenny Kravitz, la NBA y el Super Bowl.
También los hacés para hoteles y restaurantes...
Sí, proveemos a más de 500 hoteles y restaurantes del país, como el Palacio Duhau, el Four Seasons, el Hotel Alvear, el Llao Llao en Bariloche y restaurantes como Sottovoce, Fervor, Burladero y Moi, entre muchísimos otros. También trabajo para algunos en el exterior.
¿Cuántos blends tenés en Tealosophy?
Es variable, pero tenemos un elenco estable de más o menos 80 o 90 blends. Disfruto mucho hacer los especiales, por ejemplo, un blend de Navidad, Pascuas o Día de la Madre. Están un tiempo y luego salen. Pero nos pasa mucho que algunos quedan tan fanáticos que lo vuelven a pedir. Lo bueno es que como hoy está todo digitalizado, podés pedir Pascuas del 2022 o Navidad del 2021.
¿Cómo se hace para después de tantos años seguir creando? ¿No ves límites en la creatividad?
Estoy totalmente convencida que mi misión en esta vida es inspirarme para inspirar. Tiento mucho la inspiración, le dedico mi atención y lo tomo casi como un trabajo: estar inspirada. A veces, por ejemplo, me pongo a escuchar música. Puede sonar "Héroes" de David Bowie o algún tema de Depeche Mode. De repente, voy pensando qué té era cada canción. El otro día me puse a armar unas stories en Instagram y la gente me mandaba canciones para maridar con un té. Pero eso nace porque estás escuchando música. También me gusta leer, me encanta el jazz.
¿Y cómo impactan tus viajes en la creatividad?
Mucho. Viajo mucho. En agosto tengo planeado viajar a Alaska, pero también fui a navegar el Río Mekong en Asia. Me encanta ir a Mendoza y alucino con ir a Mar del Plata y volver a meterme en Traful, un lugar donde pasé muchos veranos de mi vida. Cuando entrás en ese bosque, ese musgo, ese perfume es algo que lo tengo muy grabado. Hoy ya no viajo tanto como antes a las cosechas, porque la realidad es que la tecnología nos dio un avance enorme en ese sentido. Pero sí estoy muy atenta a los perfumes. Me gusta salir a caminar y me acerco al cerco de jazmines que hay en la casa a la vuelta. La curiosidad es fundamental para la creatividad. Mantenerme curiosa es una de las claves.
Sos una de las 11 narices del mundo y sos la única mujer, ¿trabajás en tu olfato?
Lo que hago es trabajar con mi memoria olfativa. Para explicarlo, es como tratar de tener la cartuchera con muchos colores, entonces tenés muchos ingredientes para crear. Eso te permite poder pensar en ciruela, higos, avellana sin miel y qué sería un blend perfecto. O pensar en una base de té verde con flores de manzanilla y naranjas.
Además de los locales de Tealosophy, el año pasado decidiste abrir un bar de mocktails y tragos...
Sí, es una gran apuesta en la Paul French Gallery, la galería escondida sobre la calle Gorriti en Palermo. Se trata de un bar de mocktails y tragos con alcohol hechos con los mejores blends de té. Se llama Liquid Emotions y ahora estamos trabajando un montón fuera del local: casamientos, cumpleaños, eventos corporativos y demás.
¿Cómo ves al consumidor argentino en cuanto a su sofisticación?
No deja de sorprenderme. Alimenta mucho mi entusiasmo sentir que todo el tiempo tengo desafíos. Veo cada vez más chicos tomando té. Con el tema tragos, ver chicos de 23 años tomando mocktails de té es algo alucinante. Desde una soda hecha con unas hojas de verbena con naranjas clementinas o chai con dátiles y canela, me sorprende.
Argentina es muy consumidor de café y mate...
Sí, yo puedo tomar té todo el día. Pero me pasa mucho con los chicos que trabajan en Tealosophy que toman mate. Yo empecé a tomar hace poco y tomo poco café. Lo que hago es que cuando estoy en la oficina y los veo tomando mate, paso y se los "tuneo". Les agrego menta, limón, durazno blanco y son cosas que le quedan buenísimas a la yerba. Después me piden que se los vuelva a hacer.
¿Nunca pensaste en hacer algo con yerba mate?
La hago en casa. Y recién ahora estoy lista para empezar a pensar en eso. Tomo mate hace poco, estoy catando y siempre estoy probando. Me gustaría explorar ese segmento, pero me encantaría hacerlo con alguien que produzca una buena yerba y que lo distribuya. No estoy para anotarme en la distribución.
¿Cuál es tu té preferido para cada momento del día?
Es como vestirse. Hay días que te querés tirar todo el ropero arriba y hay días que querés quedarte en joggineta en tu casa. Con el té es exactamente igual. En verano, por lo general, a la noche antes de dormir me llevo algo a la cama y a veces si queda un poco en la tetera, si es una infusión que no tiene hebras de té, a la mañana siguiente me encanta poner un vaso repleto de hielo y hacer un té frío con una rodaja de limón, una rodaja de naranja, puedo arrancar el día así. En invierno puedo arrancar con unas hebras de té negro puro o con un chai en día de frío, una vainilla de Madagascar con cacao de Venezuela y naranjitas tostadas. Son un buen blend de invierno.
¿Cuáles son tus planes y proyectos para este año?
Cerré el año pasado con dos locales nuevos. Así que ahora estamos en momentos de adaptación y consolidación. Lo que tiene una pyme es que tenés una flexibilidad enorme para cambiar planes rápidos, pero también para soñar y concretar planes. Siempre digo que mi equipo se divide en soñadores y hacedores, que se distinguen por la elaboración y la ejecución de las ideas de la empresa. Cada cinco años, me gusta revisar la arquitectura de Tealosophy y ahí decidir cómo seguimos. Lo hago con ayuda externa, de gente que lo que hace es cuestionarme. Me gusta que venga alguien desde afuera a cuestionarme, más aún con el crecimiento que tuvo Tealosophy. Eso me ayuda a pensar cómo quiero crecer, qué es lo que quiero hacer...
¿Y qué querés?
Quiero un Tealosophy en San Pablo (Brasil), quiero un Tealosophy en otras ciudades de la Argentina. También estamos organizando viajes de trekkings a cosechas de té. Y trabajo mucho en mi lado speaker tanto en el país como en el exterior.