La arquitecta Carolina Dovat fundó su propio estudio, Dovat Arquitectos, con foco en el desarrollo de oficinas, locales comerciales y espacios educativos. Sin embargo, marcó la diferencia con su propósito de aportar al ambiente desde la arquitectura y el diseño.
Este camino la llevó a convertirse en referente en arquitectura en madera al apostar por el mass timber, un sistema constructivo innovador poco difundido en Uruguay, que utiliza grandes componentes de madera prefabricados. Estos elementos, como muros, pisos, columnas y vigas, se fabrican con alta precisión en un entorno controlado, lo que permite una construcción eficiente, sustentable y duradera.
Fue así como Dovat decidió "vivir esa experiencia" en plena pandemia y dio el paso de diseñar y construir su propia casa en esta modalidad. Esto la llevó a mudarse cinco veces, "vivir mil problemas en el camino", pero también a obtener el Premio Nacional de Eficiencia Energética en 2023.
Hoy, el mass timber se transformó en un diferencial del estudio Dovat Arquitectos, que ya tiene tres grandes proyectos con madera en su agenda. En este camino de innovar en un sector tradicional, Carolina lleva como bandera una enseñanza de su padre, el empresario Orlando Dovat, que la marcó a fuego: el no nunca es respuesta.
Extractos de la entrevista.
Tu estudio es referente en construcción en madera. ¿Cuán factible es que esta tendencia cale hondo en Uruguay?
Lo primero que quiero aclarar es que creemos firmemente en la necesidad de cambiar la forma de proyectar para poder ser agentes de cambio. No nos consideramos expertos en sustentabilidad ni en construcción en madera, pero nos motiva buscar soluciones para reducir la huella de carbono en la industria de la construcción. Por eso, nos hemos involucrado de lleno en explorar alternativas: viajamos, observamos y tratamos de implementar en Uruguay lo que creemos posible y urgente.
Tomaste esta tendencia de la arquitectura en madera en 2020 durante la pandemia, ¿qué te llevó a hacer ese clic?
En ese momento nuestro estudio se dedicaba en un 95% a proyectos corporativos. Con la pandemia, las oficinas cerraron en todo el mundo y casi todos nuestros proyectos quedaron en pausa. Al dedicarnos al sector corporativo, la gran pregunta era: ¿qué va a pasar con las oficinas? Empecé a participar en webinars donde se discutía hacia dónde iba el mundo de las oficinas. Al leer noticias para entender qué sucedía en el mundo, me encontré con información que mostraba cómo la naturaleza respondía a la reducción de la actividad humana: había más peces, más pájaros. Esto me llamó la atención y me llevó a reflexionar sobre el impacto de nuestra especie en el planeta, la única que destruye su propio hábitat.
¿Cuál encontraste que era el papel de la arquitectura en ese contexto?
Fue entonces cuando me encontré con que el 40% de las emisiones de carbono provienen de la construcción de edificios. Y nosotros, aunque seamos una organización pequeña en un país pequeño, contribuimos a ese 40%. Esa idea me impulsó a preguntarme: ¿qué podemos hacer de manera diferente en nuestro estudio? La sustentabilidad ya era una preocupación en el estudio, pero como una entre otras. Sin embargo, al ver esto, pensé que podíamos intentar reducir nuestro impacto.
¿Cómo te convertiste en conejillo de indias de esta nueva tendencia?
Me puse a investigar y encontré que uno de los grandes responsables del impacto ambiental es la industria del hormigón armado, que resulta fundamental para construir en altura. Entonces descubrí la madera mass timber (o madera masiva, en español), que ofrece la posibilidad de construir grandes edificios sin depender del hormigón.
En mis investigaciones di con la empresa constructora sustentable Enkel Group. Ellos ya habían hecho algunas obras en madera y tenían el sueño de instalar una planta de producción de madera masiva en Tacuarembó, lo que hoy es una realidad. Cuando me pongo en contacto con la empresa, nos dimos cuenta de que teníamos una visión compartida, a pesar de la complejidad que implicaba construir en madera en ese momento en Uruguay. Y les dije en plena pandemia: "Yo quiero vivir en una casa de madera, ¿me pueden ayudar a construirla?".
¿Cómo fue el proceso de diseñar y construir esta casa en madera?
Le propuse a mi equipo construir una casa en madera maciza, a pesar de que teníamos que traer los materiales de otro lado. Le dije a mis dije: "¿Nos animamos? ¿Qué tan difícil puede ser?" Enkel me contactó con una planta en Italia que produce madera masiva, donde el diseño es 100% personalizado.
Fue un proceso muy desafiante. Elegí construir en un momento complicado: no había barcos, ni contenedores; hasta las fábricas cerraban. Cada vez que lograba armar un cronograma, todo salía mal (risas). Hubo muchísimos obstáculos; me mudé cinco veces y hubo mil problemas en el camino. Finalmente, logré mudarme a la nueva construcción, y al empezar a vivir en la casa, noté que se respiraba un aire distinto y que mis costos de energía eran menores. Decidí medir todo esto, y así surgió la idea de presentar el proyecto al Premio Nacional de Eficiencia Energética.
¿Qué efectos se alcanzaron si se compara a esta casa con una vivienda tradicional?
Lo más llamativo fue que logramos reducir en un 30% el requerimiento energético comparado con una construcción tradicional del mismo estándar. No bajamos el nivel de comparación: si la casa se hubiera construido de forma tradicional, se habría hecho con muros dobles de ladrillo, cámara de aire, poliuretano y el mismo tipo de ventanas.
También se midieron —y para eso se contrató a un estudio externo— otros aspectos: durante la construcción usamos un 80% en un momento de crisis hídrica importante para el país, y un 50% menos de energía. La obra también fue 50% más corta en tiempo, lo que impacta en la calidad de trabajo de quienes montan la estructura. Al final, esto es como un Mecano que llega listo para armar, lo que reduce el esfuerzo físico y permite a las personas concentrarse en colocar herrajes y leer planos correctamente.
Estos números se lograron extraer respecto a las construcciones de casas vecinas en el barrio San Nicolás que son de igual estándar, pero de construcción tradicional.
¿Notás un cambio en la percepción sobre las construcciones de madera en Uruguay en los últimos años?
Ha sido un proceso. Cuando dije que iba a vivir en una casa de madera me miraban como si estuviera loca. Hoy ya no es una novedad; incluso tenemos plantas como Arboreal y otros proyectos importantes en desarrollo. Grandes obras como el Museo de Arte Contemporáneo Americano (MACA), una de las primeras obras que se hizo con madera.
En otras partes del mundo, como en los países nórdicos, ya se está construyendo mucho en madera. Esto no es una moda, es una necesidad para reducir la huella de carbono cada uno desde lo suyo. La construcción en madera no es necesariamente más barata a corto plazo, pero a largo plazo sí, como ocurre con los autos eléctricos. A medida que las personas ven estos beneficios, están cambiando su mentalidad. Hay que ir cambiando la ecuación financiera; y eso hoy lo estoy viendo. Tenemos un desafío muy grande: cuando se trabaja con innovación, hay que hacerlo de manera muy responsable porque tanto esto como la sustentabilidad están muy manoseados.
¿Qué proyectos tienen en agenda?
Nuestro objetivo es incorporar cada vez más principios de sustentabilidad en todos los proyectos, aunque no el 100% de los clientes apuesten por esto. Por ejemplo, tenemos un proyecto grande en Zonamérica que esperamos inaugurarlo en diciembre. Se trata de un edificio llamado Life Zonamérica —dirigido tanto a personas vinculadas al parque de negocios como para externas—, que se basa en un concepto de bienestar y deporte en un espacio de 2.200 metros cuadrados. La madera está en contacto constante con las personas, y su exposición tiene beneficios: regula la humedad, mejora la acústica y reduce el estrés.
También estamos trabajando en un edificio de oficinas en Carrasco para el grupo Alpenhaus, que transforma una construcción concebida originalmente en hormigón a madera. Y, en asociación con Gómez Platero, colaboramos en el desarrollo del colegio de origen argentino Moreland School, el primer edificio educativo con estructura 100% de madera en Uruguay, que abrirá en marzo de 2025 en La Tahona. Estoy muy contenta porque hoy tenemos un programa corporativo, otro comercial y otro educativo con madera.
¿Qué enseñanza o consejo para los negocios te brindó tu padre, Orlando Dovat?
Queda mal que yo lo diga, pero él está despegado. Yo no quise seguir sus pasos directamente. Recuerdo mucho los desayunos con mi papá, coincidíamos mucho en esa hora del día por sus horarios. Leíamos el diario juntos y comentábamos las noticias. Sin darme cuenta, en esas instancias, me estaba formando en emprendedurismo, en un pensamiento en el que yo no fuera quien me pusiera los límites. Y siempre me sentí muy empoderada desde ese lugar, esa creo que es la gran impronta que me dejó mi papá; el "no" nunca es una respuesta para él. Construimos la vida a partir de cómo la soñamos.