¿Tendremos un período de reformas y debates intensos en torno a las relaciones individuales y colectivas del trabajo? Muchos de los desafíos regulatorios requieren un impulso en el ámbito legislativo.
Temas clave como la violencia y el acoso en el trabajo o la regulación del trabajo mediante plataformas digitales, exigen apoyo parlamentario y consenso entre las fuerzas políticas, para alcanzar una legislación acorde a las necesidades actuales.
La falta de acuerdos podría agudizar la conflictividad laboral, ya que estos temas son causas recurrentes de reclamos de sindicatos y de litigios en tribunales.
Ocupan la agenda del Frente Amplio temas como la reforma de la seguridad social, una revisión de las normas que regulan a los sindicatos, el derecho de huelga y la negociación colectiva.
En cambio, la coalición de gobierno puso foco en la reforma a la seguridad social y fue quien se preocupó por levantar las observaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el sistema de negociación colectiva y las ocupaciones de los lugares de trabajo.
Estas reformas, aún en transición, seguirán siendo fuente de tensión en los próximos años. Más allá de las diferencias ideológicas, existen temas críticos que demandan una intervención urgente.
En primer lugar, la regulación del trabajo mediante plataformas digitales, un sector que plantea desafíos para el derecho laboral, dada la precarización del empleo y la incertidumbre sobre derechos básicos.
Actualmente existe un proyecto de ley en el Parlamento que podría ser el inicio de una solución. Sin embargo, en 2025, la OIT discutirá una posible regulación internacional.
El próximo gobierno tendrá la oportunidad de con solidar el rol de Uruguay en esta regulación, sumándose a las discusiones internacionales para encontrar el marco adecuado. La falta de regulación podría incrementar la conflictividad, con trabajadores que acuden a la justicia en busca de derechos y condiciones laborales justas.
Otro desafío impostergable es la implementación del Convenio 190 de la OIT sobre la violencia y el acoso laboral (ratificado por Uruguay). En un país que sigue enfrentando altos índices de acoso y violencia en el trabajo, la inacción podría contribuir a un clima laboral cada vez más tenso y conflictivo, particularmente en sectores con alta exposición a estos problemas.
¿Y por qué no pensar en un Código del Trabajo?
La normativa laboral está fragmentada y dispersa, y en muchos casos, la regulación no responde a la realidad actual. Un Código del Trabajo permitiría actualizar y simplificar el marco normativo, además de abordar temas novedosos, como la inteligencia artificial y el empleo basado en algoritmos.
Cabe recordar el intento de modernización legislativa en el año 2020 en la Cámara de Diputados, lo que evidencia un antecedente importante en esta línea. El contexto actual refleja tensiones y conflictos por interpretaciones dispares y falta de uniformidad en derechos.
Finalmente, la negociación colectiva debe abordar nuevos contenidos. Discutir salarios y condiciones de trabajo ya no es suficiente en un mundo laboral competitivo.
La productividad debería formar parte de las conversaciones entre empleadores y trabajadores, promoviendo un crecimiento inclusivo y sostenible. De lo contrario, la negociación colectiva podría perder relevancia frente a temas emergentes, lo que incrementaría la conflictividad por la falta de acuerdo en asuntos como la redistribución de beneficios derivados de mejoras en productividad.
El próximo gobierno tendrá a su cargo la tarea de encarar una reforma ambiciosa, abierta al diálogo y dispuesta a escuchar tanto a trabajadores como empleadores, para construir un marco laboral que responda a los cambios del siglo XXI.
*Este artículo fue publicado originalmente en Forbes UY del mes de diciembre de 2024