Constantemente me llegan preguntas sobre el nuevo blanqueo aprobado junto con la Ley Bases y tengo claro que esto solamente irá en aumento. El tema no es una novedad para mí, vengo hablando de este posible blanqueo desde hace tiempo, y siempre dije lo mismo: para mí, es malo y comete los mismos errores que cometió el blanqueo de capitales impulsado por Mauricio Macri y, tal vez, suma algún nuevo error.
En términos genéricos o teóricos, y adelantándome a la campaña del miedo que seguramente se orquestará desde el gobierno a través de medios y periodistas amigos, les digo que ni el mundo ni Argentina están pasando por un momento que favorezca un blanqueo.
Esto era muy distinto en la época de Macri. Por entonces, estaba por comenzar a regir el intercambio automático de información entre más de cien países, el tan famoso como nefasto Common Reporting Standard, los bancos obligaban a sus clientes a ingresar al sinceramiento fiscal y, en la región, Chile, Brasil, Ecuador y Colombia habían realizado o estaban realizando amnistías con alcances similares. Es decir, había un fenómeno global y regional que impulsaba un blanqueo de capitales.
A su vez, en Argentina había una sensación -que resultó ser un error- de que Cambiemos había llegado al poder para quedarse; después de Macri vendría Vidal, y así seguiría la historia. No pasó, claramente. Pero en ese momento había mucha euforia. Así y todo, el sinceramiento fiscal de Macri fue un éxito desde lo recaudatorio, pero un gran fracaso desde el punto de vista del cambio en la cultura tributaria que el país necesitaba. La traición del gobierno a los pagadores de impuestos que entraron al blanqueo aún genera bronca entre ellos.
Hoy, el escenario es otro: la gente es más cauta y, sinceramente, no hay ninguna razón global externa que impulse un blanqueo. ¿Va a haber gente que blanquee sus capitales? Sí, claro. Aquellos individuos que empezaron a trabajar después de 2016, les fue bien, y tienen dólares afuera o en una caja fuerte no declarados, seguramente ingresen. Si alguna persona tiene fondos en negro y quiere comprarse un inmueble en Argentina o realizar una inversión en el país, seguramente aproveche este blanqueo. Pero van a ser los menos. Pero es difícil pensar en que a partir del mismo llegarán grandes capitales.
Las grandes familias y las grandes empresas que tenían intenciones de blanquear capitales, ya lo hicieron con el blanqueo de Macri. Y quienes decidieron no blanquear con el blanqueo de Macri, no quieren hacerlo y no van a blanquear nada ahora. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
Con el antecedente de Macri, el cepo activo y la configuración actual del impuesto a Bienes Personales, dudo que este blanqueo en particular sea un éxito. Realmente tendrían que haberlo organizado luego de la reforma tributaria que vienen prometiendo para 2025.
Otro punto extraño es la promesa de estabilidad fiscal. No hay que ser gran conocedor de temas fiscales para entender que la promesa de que quienes adelanten el pago de Bienes Personales por cinco años para después no verán más un impuesto es, por lo menos, rara. Al menos en Argentina. Nadie puede afirmar que cuando venga un gobierno de otro signo político la cosa no cambie y aparezcan impuestos adicionales. De alguna manera, el aporte solidario fue algo así.
No hay que olvidar que uno no está regularizando activos frente a Milei, frente a LLC o frente a este gobierno en particular, sino frente a Argentina, frente a una AFIP que, para muchos, sigue manejando Guillermo Michel y, por ende, Sergio Massa. Frente a un país donde, desde que surgió el peronismo, jamás hubo dos gobiernos seguidos no peronistas.
Y, lamentablemente, todavía no se puede creer en Argentina como país. Ojalá esto cambie en algunos años, es lo que más deseo, pero para eso hay que poner foco real en generar seguridad jurídica. En seis meses, la situación no cambia y en cuatro años tampoco. Entonces, claramente, estamos poniendo la carreta delante de los bueyes: el blanqueo se vuelve una opción interesante sólo después de una reforma tributaria integral y tras demostrar que el país hizo un verdadero cambio profundo. No antes.
Por último, lo que es realmente importante es tener en cuenta que sí estamos ante una buena oportunidad para estructurar nuestros patrimonios de manera eficiente. El blanqueo puede y debe funcionar como un disparador para que aquellas personas que tienen un patrimonio y no han pensado en estos temas, lo hagan. Decidan ingresar, o no, al mismo. Y en eso precisamente estamos trabajando. Al fin y al cabo, es lo que está a nuestro alcance, es lo que podemos hacer frente a los constantes avances de los Estados contra la propiedad privada y frente a la baja o nula seguridad jurídica que ofrecen. Y acá ya no me refiero solo a Argentina.
Una vez que salga la reglamentación por parte de AFIP, escribiremos una columna más detallada y resaltaremos luces y sombras de este nuevo blanqueo. Por el momento, nos parece fundamental llamar la atención sobre la planificación patrimonial.