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Despidos silenciosos
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Me echaron, ¿y ahora qué?

Sandra Olive Managing Partner en Bäcker & Partners

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23 Febrero de 2024 09.05

Hace muchos años me llama un cliente y me dice “Sandra, me echaron. Te juro que me quedé no sé cuánto tiempo parado afuera en la vereda mirando el edificio, despidiéndome. Pensé que me iba a jubilar ahí. Tengo una sensación de vacío, ya no sé quién soy.” 

Esto fue hace mucho, yo era chica. De hecho, creo que fue en los años noventa. Tenía mi empresa de capacitación, con lo cual no estaba del todo preparada para darle una respuesta muy contenedora salvo “con tu CV no vas a tardar en encontrar algo nuevo”. Así fue, al poco tiempo lo visité en la nueva oficina de su nuevo banco. El mal rato le había terminado jugando a favor. Al salir de su zona de confort y explorar alternativas, encontró un rol mucho más desafiante y más senior del que había tenido hasta ese momento. Si no lo hubieran desvinculado no hubiera sucedido. Hablamos mucho sobre su experiencia y la conversación me quedó grabada en la cabeza. Treinta años más tarde todavía recuerdo su expresión cuando me contó.

Me dejó una gran enseñanza, nosotros somos quienes somos más allá de la empresa en la que trabajamos. Cuando la empresa toma más relevancia que nosotros mismos, estamos en un dilema. Para algunas personas su empleador pasa a ser parte de su apellido. Por ejemplo, usemos mi nombre:  “Hola, soy Sandra de B&P”. No soy más Sandra y mi apellido. ¿Por qué? Porque muchos ejecutivos piensan que si llama Sandra de B&P es más probable que los atiendan, en vez de si llama simplemente Sandra.

Además, cuando los ejecutivos tienen posiciones hay un estatus que acompaña el rol. Muchas cosas quedan resueltas pareciera mágicamente. El service del auto, el pago de la obra social, la reserva de pasajes, agendas, trámites bancarios, cocheras entre otras. Por ocupar posiciones senior se abren puertas también mágicamente, a asociaciones y eventos que empiezan a formar parte del día a día. Por ocupar posiciones senior sos invitado a participar de espacios con otros ejecutivos que son tus pares, en otras organizaciones. Sos invitado a dar charlas, la gente te escucha, por el rol que ocupas. ¿Qué pasa si de repente dejas de estar en ese rol? ¿Qué pasa cuando ya no podés formar parte de ciertas organizaciones porque no perteneces a una organización que es miembro? 

Un ejecutivo debe tener la capacidad de leer el entorno y entender dónde está parado en una organización. Es raro que una desvinculación ocurra de un día para el otro sin que un ejecutivo haya recibido señales previas. Yo tengo un amigo que vivía atormentado con que lo iban a echar. Era un ejecutivo muy senior en una gran organización. La salida finalmente se dio cuando tenía aproximadamente 60 años y fue consensuada. Pero vivió 20 atormentado pensando que lo iban a echar, casi todas las semanas. 

Tampoco vayamos a ese extremo. Pero, señales cuando uno no está performando acorde a expectativas siempre hay. Depende de cada uno si toma esas señales con postura de víctima o protagonista. Por ejemplo, si una organización está en plena transformación cultural hay que alinearse. Porque la transformación es para todos, en mayor o menor medida van a haber cambios. Uno puede ser protagonista del cambio y buscar formas positivas y proactivas de aportar a la transformación, o víctima y pensar que lo que sucede a su alrededor lo impacta negativamente y quejarse. 
 

Entonces, como resumen, hay dos temas fundamentales a considerar:


1 – Tener la habilidad de leer el entorno para entender exactamente cuál es tu situación en la organización. No tener miedo de tener conversaciones difíciles y escuchar todo el feedback, lo positivo y las brechas. Si es necesario, pedir ayuda para desarrollar exitosamente las capacidades necesarias y dar respuesta certera a los nuevos desafíos que la organización requiere de vos.
 

2 – Saber cómo diferenciarte, como persona, de la organización a la que perteneces. Poder aportar a la organización por lo que sos y lo que traes a la mesa. Lo valioso es siempre la sumatoria de las partes y no que una parte solamente sea dependiente de la otra. Sentir orgullo por donde trabajas y lo que haces, y que la organización se sienta orgullosa de que formes parte. 



*La columna fue escrita por Sandra Olive, Managing Partner de Backer &Partners, especializada en la búsqueda de ejecutivos para la Alta Gerencia y Consultoría de Cultura y Liderazgo


 

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