Hace poco hablamos sobre el mainstream, su crisis y posible decadencia. Está claro que cada vez existen menos famosos universales, personas que son conocidas en todo el mundo por personas de todas las edades y que generen esa admiración profunda.
Pero eso no quiere decir que no exista la fama.
Una fama más de nicho quizás, más acotada en su alcance, pero mucho más cercana, con más idas y vueltas entre el fanático y su ídolo y, quizás, por eso más intensa. Y, como sabemos, la fama (más chica o más grande) puede generar comportamientos muy parecidos a las estrellas y parece que eso está pasando.
Según esta nota de Vice (que nos ayuda a hablar de influencers de Estados Unidos y no locales, para no herir susceptibilidades) el ecosistema que rodea a los influencers (agencias, anunciantes, personas de PR, managers) está empezando a cansarse de estos manejos y salieron a contarlo.
Desde hacer esperar gente porque sí, a robar ideas, son varias las críticas que se le hacen a ciertos influencers y tomamos el guante de algo que, a priori, queda lejos, para decir, sin nombre y apellido que es algo que efectivamente está pasando en Latinoamérica y es preocupante.
Pero, para ser justos, no es algo que aplique solo a influencers, sino managers, estilistas, y amigos devenidos en negociadores hoy son parte de un ecosistema que empieza a mostrar ciertos vistos de narcisismo, destratos y estrellatos muy similares a la fama tradicional a la que, supuestamente, venían a competir. Por supuesto que no hablamos acá de todos, ni siquiera de la mayoría de los creadores de contenido que son profesionales, tienen buenos tratos y entienden que, al relacionarse con marcas, están trabajando y existen derechos y obligaciones.
Pero ese pequeño grupo que no cumple con los compromisos ni horarios, que maltrata a agencias y anunciantes y que muestra ciertos aires de divismo, está generando una imagen que puede llegar a ensuciar a los demás.
Los influencers y los creadores de contenido llegaron como una alternativa a la figura tradicional del celebrity y copiar sus actitudes solo puede traer que las marcas, quienes hoy aumentan año a año su inversión, dejen de hacerlo o al menos lo miren con otros ojos.
Es trabajo de toda la industria trabajar en una búsqueda de sinergia, bien común y buen trato en pos de no alimentar ciertos mitos. Ojalá podamos hacerlo.
*La columna fue escrita por Juan Marenco, CEO de Be Influencers y miembro de la Comisión Directiva de Interact.