Hace unos días, un partido de derecha holandés, cuyo líder, Geert Wilders, ha sido durante mucho tiempo una figura marginal, terminó por delante de todos en las elecciones para la cámara baja de la legislatura. Wilders ahora podría convertirse en Primer Ministro de los Países Bajos. Los resultados conmocionaron a Europa.
El líder del partido obtuvo notoriedad por su fuerte oposición a la inmigración masiva de musulmanes, aprovechando la sensación de que el país no los está asimilando. Ahora puede convertirse en el líder político de los Países Bajos, una perspectiva que tiene en vilo al establishment de la Unión Europea.
Una reacción similar recibió la sorprendente victoria de otro caso atípico, Javier Milei. Hace unas semanas ganó la presidencia de Argentina, con la promesa de usar una motosierra contra un gobierno inflado, corrupto y demasiado poderoso que ha desencadenado una hiperinflación. La clave de su plataforma fue reemplazar el peso argentino con el dólar estadounidense como moneda de curso legal del país. Con ese fin, también cerraría el Banco Central.
Quién sabe si Milei tiene las habilidades y la columna vertebral para hacer lo que prometió. Pero su triunfo y el de Wilders deberían enviar a otros países, incluido el nuestro, un gran mensaje: los votantes están disgustados por las políticas de los líderes tradicionales, que están fracasando. En Holanda, por ejemplo, hace unos años el gobierno decidió que la ganadería del país, especialmente las vacas lecheras, estaban poniendo en peligro el medioambiente porque son responsables de las emisiones de nitrógeno y de la creación de amoníaco.
Lo más inmediato es que los burócratas alegan que hay reservas naturales cercanas en peligro. Por eso se decidió desde arriba que muchas, si no todas, tendrían que ser eliminadas. Para iniciar el proceso, el gobierno destinó US$ 1.500 millones a la compra de explotaciones. Los agricultores se levantaron y estallaron protestas airadas. La agricultura no es un asunto menor en ese pequeño país de solo 18 millones de habitantes.
Sorprendentemente, los Países Bajos son el segundo mayor exportador de alimentos del mundo, solo superado por Estados Unidos. A nadie que sepa algo sobre la incompetencia del gobierno le sorprenderá que Holanda haya aplicado hasta hace poco una política para fomentar el sector agrícola. ¡Ops! Librar una guerra contra la producción de alimentos subraya lo absurdo de las políticas climáticas actuales que han desperdiciado billones de dólares. Y si el presidente Biden se sale con la suya, desperdiciamos billones más.
Incluso hay algunos extremistas climáticos que defienden que aprendamos a comer insectos. ¿Qué sigue? ¿Volver a vivir en cuevas? Las políticas económicas destructivas de Argentina son evidentes. Sin embargo, hoy demasiados líderes se aferran obstinadamente a lo que no funciona, abriendo el camino a elecciones como las que tuvimos en Argentina y Holanda. Es hora de que todos escuchen y hagan lo correcto.
Geert Wilders y Javier Milei pueden convertirse en la norma