A diferencia de otros países de la región, Uruguay se ha caracterizado por sostener cierta estabilidad en sus principales políticas públicas, más allá de los cambios de gobierno.
En lo que refiere a los instrumentos con impacto directo en el comercio internacional y las inversiones, se puede enumerar una serie de políticas que perduraron independientemente del color político de la administración, como es el caso del régimen de puertos libres, las zonas francas, la promoción de inversiones o algunos apoyos sectoriales.
Las políticas de Estado también podrían identificarse en la relevancia que los sucesivos gobiernos de diversos signos políticos le otorgaron al Mercosur; las relaciones con China; las históricas e inacabadas negociaciones con la Unión Europea y, en menor medida, con Estados Unidos.
En cuanto a las estrategias del gobierno de Lacalle Pou, incluso desde antes de asumir, el presidente uruguayo ratificó su interés en avanzar en un TLC con la potencia norteamericana, no encontrando eco en una administración de Trump que ya cuestionaba los beneficios del libre comercio y estaba centrado en la renegociación del NAFTA, hoy T-MEC. Esta posición contraria al libre comercio se mantuvo con Biden, si bien Uruguay fue invitado a participar en la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas.
Sobre el Mercosur, sin llegar a cuestionar su pertenencia al bloque, en el marco de su gobierno buscó implementar la estrategia de flexibilización, esfuerzo que implica la posibilidad de negociar acuerdos comerciales de forma bilateral o a diferentes velocidades.
Los intentos por modernizar o flexibilizar el Mercosur tampoco son nuevos y fueron planteados desde el gobierno del presidente Jorge Batlle en adelante.
Ahora bien, sí puede decirse que los énfasis de Lacalle Pou fueron algo diferentes, planteó con mayor firmeza la necesidad de un cambio en el Mercosur y avanzó en algunas acciones específicas en ese sentido.
Con la anuencia del gobierno de Bolsonaro cerró el estudio de factibilidad para un TLC bilateral con China, solicitó el ingreso de Uruguay al Acuerdo Transpacífico (CPTPP) e intentó sin éxito abrir negociaciones con Turquía.
Si bien no puede decirse que el actual gobierno no hizo todos los esfuerzos para alcanzar la flexibilización, lo cierto es que a poco de las elecciones nacionales no se cumplió con el objetivo, aunque aún restan algunos meses de gestión.
Es por eso que con un apoyo más firme de Milei, Uruguay lanzará en agosto un diálogo Mercosur - China en el marco de su presidencia pro tempore en el bloque, paso previo para la eventual apertura de negociaciones comerciales con el gigante asiático.
De cara a las próximas elecciones nacionales, existen diferentes visiones entre la coalición liderada por el Partido Nacional y el Frente Amplio en cómo instrumentar la flexibilización del Mercosur.
De concretarse una victoria de la izquierda, lo esperable es un alineamiento automático a los intereses de Brasil, además de cierto alejamiento con el gobierno de Milei, lo que una vez más, podría llevar a una politización del Mercosur.
En el caso de continuar un segundo gobierno de coalición, el desafío mayor será seguir adelante con la estrategia de flexibilización aprovechando las coincidencias con el gobierno argentino respecto al bloque, pero con resultados concretos en la apertura de mercados, lo que no ocurrió en los últimos años.
Al mismo tiempo, se deberá mantener una correcta relación con Lula, como logró sostener Lacalle Pou con algunos resultados positivos en la agenda bilateral.
En definitiva, en lo que refiere a las discusiones en curso respecto a la inserción externa de Uruguay, los resultados de las elecciones nacionales podrían generar ciertos cambios, ya no solo en los énfasis, sino especialmente en el rumbo.
*Este artículo fue publicado originalmente en Forbes UY del mes de Agosto de 2024