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Adicciones en las empresas
Columnistas
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10 Mayo de 2023 15.37

Se suele asociar a las adicciones con el mundo de las drogas y con distintas sustancias o conductas que, con el paso del tiempo, terminan por arrasar el cuerpo y la mente. Sin embargo, no siempre se habla de las adicciones en el mundo de las empresas, un tema que preocupa cada vez más. La directora médica de una importante multinacional contó un secreto guardado bajo siete llaves: el 50% de los profesionales y gerentes de la firma en donde trabaja toman algún tipo de medicamento para dormir, que ella misma receta de puño y letra. “Es tanta la presión a la que están sometidos que si no tomaran esa medicación no pegarían un ojo en toda la noche; estoy segura de que el otro 50% también toma algo, con recetas que ellos mismos consiguen con sus médicos de confianza”, explica.

Debo admitir que el testimonio de la doctora me sorprendió en un primer momento. Mis alarmas se encendieron y me propuse ir más profundo en un tema que, por ser tan sensible y complejo a la vez, no es tratado habitualmente.

 

Adicciones en las empresas
La directora médica de una importante multinacional reveló que el 50% de los profesionales de la firma en donde trabaja toman algún tipo de medicamento para dormir

 

Tal vez lo más delicado del asunto sea que muchas de las adicciones que se manifiestan en la oficina se suelen naturalizar: nadie cuestiona demasiado que un alto ejecutivo dependa de una dosis diaria de Rivotril para manejar la ansiedad en las reuniones de directorio; ni que un supervisor que vive de 9 a 18 con los nervios de punta necesite un cóctel de pastillas para conciliar el sueño por la noche o, simplemente, para cenar con su familia sin que el corazón le vaya a 220.

Son muchísimos los ejemplos -y bastante más espesos que los expuestos hasta ahora-, pero la verdadera gravedad del caso es que, detrás de muchas empresas que logran resultados extraordinarios, detrás de la pantalla de los mejores lugares para trabajar, hay seres humanos que pagan un costo personal muy alto.

Más del 70% de las personas adictas al alcohol o a las drogas ilícitas continúan manteniendo el empleo, ya que pueden seguir siendo funcionales a la organización”. Este dato se desprende de un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard, que también sostiene: cuando no se abordan, los trastornos de las diferentes adicciones en el lugar de trabajo son costosos y peligrosos, tanto para las organizaciones como para los individuos.

 

 

Cuatro casos reales, ¿te suena alguno?

Lo que sigue son cuatro casos reales (los nombres completos se mantienen en el anonimato) que sirven para entender el difícil terreno en el que nos estamos metiendo. Romina, Esteban, Ana María y Alberto tienen un factor que los une: una adicción.

Romina G. es una destacada profesional del área de Marketing, con una trayectoria de crecimiento exponencial. Llega puntualmente a las 8:15 a la oficina, siempre súper energizada y con una velocidad para hablar y vincularse con los demás que llama la atención. Lo primero que hace es encender el aire acondicionado al máximo y siempre tiene a mano una toalla pequeña, con la que seca su transpiración, que no cesa nunca. En la última convención comercial de la empresa, pidió que a las 5:30 am le abrieran el fitness center del hotel; es una corredora compulsiva en la cinta, ninguna distancia es demasiado grande para ella. Puede pasar dos horas corriendo en la cinta, a un ritmo llamativo. En un momento de distensión, Romina G. se quiebra y le cuenta a su colega más cercana que consume drogas ilegales que le permiten seguir acelerando. Su objetivo: lograr todo lo que se propone y no detenerse hasta alcanzarlo. En el examen médico anual, los médicos se sorprenden con los resultados obtenidos y los gravísimos riesgos que está asumiendo para su salud física y mental. Pero ella está subida a un tren que ya es difícil de detener. 

Esteban R., analista de Logística, es una persona de bajo perfil y rara vez se lo escucha hablar, excepto en la oficina de Recursos Humanos, a la que todos los meses acude para pedir angustiosos adelantos de sueldo. Su comportamiento es muchas veces extraño, difícil de decodificar. Si bien su desempeño es aceptable, algo no termina de cerrar en su personalidad. En un almuerzo le cuenta su padecimiento a un compañero: su gran desafío es dejar de jugarse el sueldo en el Casino, que visita religiosamente cada noche hasta que las velas arden. Su situación económica empeora cada día y comienza a pedir dinero prestado a sus colegas para poder pagar las cuentas. Termina por perder el departamento heredado de sus padres y, acorralado, vende hasta el auto. Su padecimiento envenena su matrimonio, la relación con sus amigos y, por supuesto, su desempeño en la compañía empieza a caer en picada.

Ana María L. tiene a su cargo el área contable. Comenzó como pasante hace varios años y fue creciendo en responsabilidades. Cuando se jubiló la jefa del área, la nombraron a ella. De intachable trayectoria, siempre atenta a cada detalle, su vida está dedicada al trabajo. No tiene pareja estable ni amigos fuera del trabajo y su familia vive a 1.800 kilómetros. No hace deportes ni tiene vida social. Es la primera en llegar y la última en irse. Habitualmente se aparece en la oficina los sábados y domingos. Sus mails pueden recibirse a la madrugada de cualquier día. Siempre está lista para responder cualquier demanda. Se vanagloria jurando que ella “da la vida por la empresa”.

Si bien su salud le da algunas señales de alarma, ella no les presta atención, ya que siempre está ocupada con alguna tarea pendiente. El gran problema del sector de contabilidad es que Ana María empieza a exigir que todos los colaboradores del área estén a la altura de su compromiso, tanto en la calidad de los trabajos como en la carga horaria. No es casualidad que, durante el último año, el nivel de rotación del área no para de crecer. Nadie quiere trabajar allí, con ella.

 

Adicciones en las empresas
Muchos profesionales esconden sus adicciones en el trabajo y solo las cuentan cuando la situación es límite

 

Alberto P., coordinador de Tecnología, tiene algunos comportamientos extraños a ciertas horas del día. Si bien como profesional no se le puede reprochar nada, en ciertas oportunidades sus respuestas difieren mucho de lo esperado y suele recluirse en su pequeña oficina durante largas horas. Siempre llega con su mochila y la guarda a las apuradas en un cajón de su escritorio. En las fiestas de fin de año se muestra muy alegre -tal vez demasiado-, siempre acodado en la barra de tragos. Hace poco se hizo su chequeo médico anual y los resultados arrojaron que su hígado está muy deteriorado, con una cirrosis avanzada. Él es alcohólico -nunca lo había contado- y, mientras no busque ayuda, el diagnóstico es poco optimista.

 

¿Qué es una adicción?

Según el diccionario, una adicción implica “dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico”. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Es una enfermedad progresiva, que puede ser fatal y se caracteriza por episodios continuos de descontrol, distorsiones del pensamiento y negación ante la enfermedad. Los efectos adversos asociados con el desarrollo de la adicción pueden incluir problemas financieros, comportamiento destructivo, problemas de relaciones y conflictos familiares. ¿Cuándo una conducta se convierte en adicción? Cuando perdemos el control sobre ella y es ella la que nos controla a nosotros.

 

Diferentes tipos de adicción: conductuales y físicas 

 

  • Adicciones conductuales

 Se caracterizan por un intenso deseo y una necesidad irresistible de realizar determinadas actividades, acompañado por la incapacidad de autocontrol. Están relacionadas con actitudes, relaciones con personas u objetos y comportamientos.

Algunos ejemplos son las adicciones al juego, a la conexión a Internet y/o teléfono celular, al ejercicio físico, a los videojuegos, al sexo y a las compras.

 

  • Adicción al trabajo

Es el comportamiento compulsivo, esa necesidad incontrolable de trabajar de manera incesante, todo el tiempo, todos los días, en cualquier lugar. Si bien muchas veces es valorado y puesto -lamentablemente- como ejemplo, suele tener consecuencias nocivas en la salud, en los vínculos y, también, en el desempeño laboral. Se potencia su efecto negativo cuando el adicto es el jefe.

 

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Muchos empleados toman medicamentos o drogas para mantener su productividad

 

  • Adicciones físicas

Están relacionadas con un deseo irresistible de ingestión. Por un lado, la ingestión de comida (transtornos alimentarios). Por el otro, la ingestión química, que incluye nicotina, alcohol, cocaína, marihuana, opio, sedantes e hipnóticos, anfetaminas y éxtasis, entre muchas sustancias. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), existen por lo menos 4,4 millones de hombres y 1,2 millones de mujeres de América Latina y el Caribe que sufren trastornos causados por el uso de drogas en algún momento de sus vidas.

 

Un camino al abismo

Se pueden diferenciar tres estadíos muy claros en una adicción:

. Uso: Se experimenta. No se consumen sustancias adictivas de manera continuada sino esporádica. Somos capaces de interrumpir el consumo cuando deseamos o cuando se nos solicita para poder dedicarnos a otra cosa. Esta interrupción no nos genera ni disgusto ni problema.

. Abuso: Lo hacemos de manera regular y se registran episodios de excesos. Abandonamos otras cosas que nos gustaban previamente para dedicarnos prioritariamente a consumir. El estado de ánimo es cambiante.

. Dependencia: Hemos perdido todo el control: nuestro foco está exclusivamente en esa conducta o producto, no nos podemos separar. Hay conductas de riesgo. Se produce un profundo deterioro laboral, social y/o familiar. El estado de ánimo está descontrolado. Su interrupción nos produce abstinencia.

¿Qué hacer ante estas situaciones?

  1. Identificar lo más rápido posible su existencia. A mayor anticipación en su detección, mayores serán las probabilidades de éxito en su tratamiento. La señal de alarma siempre es “no puedo parar”.
  2. Comprender que se trata de una enfermedad y asumirla como tal.
  3. Al ser una enfermedad muticausal y con diferentes tipos de consecuencias, es clave la derivación con profesionales especialistas en el tema.
  4. Profundizar sobre los factores que la generan, abordando el problema en forma interdisciplinaria.
  5. Asegurar el seguimiento y sostenimiento a través del tiempo, estando en alerta permanente ante una posible recaída.

Cualquier tipo de adicción en los espacios laborales es un verdadero problema. Si no abordamos este tema en forma apropiada, se generan impactos negativos en las propias personas, los equipos, las organizaciones, la productividad y, en última instancia, en los resultados. Es hora de empezar a hablar de las diferentes adicciones en el trabajo y tratarlas holística y profesionalmente, como una forma de generar espacios laborales más saludables y empresas más humanas. De ahora en adelante, las adicciones en el trabajo deben ser un tema del que sí se hable.

* Alejandro Melamed es Doctor en Ciencias Económicas, speaker internacional y consultor disruptivo. Autor de ocho libros, entre ellos El futuro del trabajo ya llegó (2022), Tiempos para valientes (2020), Diseña tu cambio (2019) y El futuro del trabajo y el trabajo del futuro (2017).

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