El liderazgo femenino apasiona a Carolina Abuchalja. Le gusta leer, estudiar y capacitarse en el tema, especialmente para poder llevar sus conocimientos a Universidad de la Empresa (UDE), donde es directora, y al colegio EDU School, del que es fundadora.
El estilo de liderar de las mujeres, sostiene Abuchalja, es diferente al de los hombres y “ambos son necesarios para la dirección de una empresa”. El primero está vinculado al acompañamiento y al coaching, mientas que el segundo se basa más en el control.
En el caso de las líderes, ejemplifica, son varias las cualidades que tienen al momento de desempeñarse en su cargo. “Tenemos virtudes naturales de comunicación verbal y no verbal, podemos hacer varias cosas a la vez de manera efectiva, logramos resolver los problemas con celeridad. Eso sí, es importante saber poner límites para llegar a los objetivos”, agrega.
En ese sentido asegura que para muchos ser un buen líder es saber comunicar. Sin embargo, opina que es mucho más que eso porque también es necesario aprender a escuchar, conectar y ponerse en el lugar del otro, así como hacer el esfuerzo para comprender los problemas y necesidades de las personas que tiene a cargo.
“Las líderes debemos ser esas personas que logran entender a sus colaboradores sin hablar. Eso es algo bien de madre y yo he intentado desarrollarlo en los ámbitos laborales, porque de veras que da buenos resultados”, dice.
Estas habilidades sirven también para diferenciarse en una era en la que la inteligencia artificial pisa fuerte. Si bien se trata de una tecnología que genera resultados eficientes, no logra reemplazar la empatía y la conexión emocional que solo los seres humanos pueden tener. “El gran desafío de los líderes es desarrollar las habilidades blandas del personal que tiene a su cargo, eso es insustituible”, considera.
Aceptar las diferencias
Abuchalja, que se está capacitando sobre el tema a través del Massachusetts Institute of Technology (MIT), es enfática al asegurar que en Uruguay existe una “masculinización de las mujeres” que llegan a altos cargos, lo que responde a que es “un país mucho más conservador de lo que se cree” y le ha costado dar algunos pasos.
En ese sentido, la directora asegura que muchas veces se intenta cambiar para liderar, lo que puede resultar un desacierto ya que las diferencias son valiosas al momento de ocupar este tipo de cargos.
“Si vos te querés parecer a los varones que lideran, ¿por qué seguirían contratando a mujeres? No resulta conveniente parecerse al de al lado. Nos contratan porque somos diferentes y esto va más allá de los estudios y conocimientos adquiridos”, opinó.
Así, al aceptar que la virtud está en la diferencia, que unos y otros son capaces de liderar siempre que haya comprensión, cercanía y amabilidad, y que las mujeres además tienen habilidades innatas que les permiten lograr una conexión con sus equipos, es que se logra sentar las bases de un liderazgo femenino fuerte.